Un baño de realidad en toda regla. Detrás de las cifras que ponen número a las personas que duermen en la calle en Gijón hay, además de complejas historias de vida, una experiencia de aprendizaje "enorme" para cada uno de los 48 voluntarios que llevaron a cabo el recuento en la madrugada del pasado martes.

Una labor delicada, nocturna y extensa para recorrer todas y cada una de las calles de los veinte distritos en los que se dividió Gijón para la tarea de registrar a las personas sin hogar en la villa de Jovellanos. Y también "un trabajo pionero en Asturias, la mejor de las prácticas que podríamos hacer porque es la mejor forma de conocer la realidad de calle que nos vamos a encontrar", reflexionaban Daira Álvarez y Marta Álvarez, dos de las voluntarias del proyecto, ambas estudiantes de Trabajo Social, en el momento de repartir las zonas antes de salir a la calle.

Otros, como Lali Agudín, participaron en el recuento porque "soy del barrio, conozco a Mar de Niebla y he sido voluntaria en el Club Social, así que cuando supe del proyecto me sumé sin pensarlo. Hay que tener conciencia de comunidad", aseveraba la mujer antes de salir a la calle, en parejas y con el apoyo de un coordinador de zona y todos los efectivos de los Serenos, que trabajaron entre el lunes y el martes para dar apoyo a los voluntarios con su presencia y sus indicaciones.

Cada pareja estuvo formada por una persona voluntaria y un técnico con experiencia, con personal de las entidades implicadas en el plan: el Albergue Covadonga, Mar de Niebla, la Cocina Económica, la Asociación Albéniz, el colectivo Na Cai, Identidad Para Ellos y los propios Serenos. "Hasta ahora todo han sido suposiciones, así que es importante ver lo que hay en la calle de verdad, tener cifras reales", apuntaba una de las técnicas, Gabrielli De Souza, de la asociación Albéniz.

El apoyo de los Serenos ha sido fundamental para sacar adelante el conteo, porque "nosotros somos quienes mejor conocemos el terreno, sabemos dónde hay gente durmiendo y más o menos controlamos las zonas", subrayaba Aurora Montes, coordinadora en Gijón, arropada por las trabajadoras de calle de Mar de Niebla. "Hay que pensar que nosotras pateamos la calle de día, pero es la primera vez que se hace de noche y la realidad cambia mucho", recalcaban Melani Gorgojo, Andrea Vega e Irma Benito el lunes por la noche.

Citados a las nueve en Mar de Niebla, los voluntarios se repartieron por parejas, recibieron el material (en papel y una herramienta digital) para anotar a cada una de las personas en la calle, un mapa con su zona y las instrucciones pertinentes: no molestar, usar las linternas en caso necesario, llamar al coordinador si hay algún problema. La Policía Local también estuvo alertada durante la noche para dejar hacer el trabajo, y pasadas las diez y media, el equipo salió a la calle para cumplir con su objetivo. "Con mucha ilusión", recalcaban Rocío Álvarez y Ainhoa Collantes, mapa en mano, revisando la zona más al oeste de la ciudad que les tocó en suerte. Fue un trabajo arduo en el que hubo de todo: gente que les contó su situación particular y personas a las que apenas pudieron ver para discernir si eran hombres o mujeres, así como lo que han denominado "personas estimadas", porque en la calle se toparon con sus enseres, señal de que había cerca alguien sin hogar.

Un trabajo duro, pero con la sensación, en cierto modo, de estar haciendo historia local para empezar a mejorar la situación de decenas de personas.