La palma y el ramo son el símbolo por excelencia de la unión entre padrinos y madrinas con sus ahijados. Benditos o no ya es cuestión personal. Pero sí suponen un claro gesto de cariño y gratitud que las circunstancias actuales han pospuesto este año para un momento en el que resulte más seguro el contacto físico. Eso sí, el confinamiento ha servido para poner a prueba la originalidad y talento de los más pequeños, que con su ilusión han sabido poner remedio a la inevitable distancia creando sus propias palmas y dibujos para celebrar este inusual Domingo de Ramos. También los sacerdotes de las parroquias de Begoña, San José y el Corazón de María han contribuido a través de las redes sociales a llevar el mensaje de Cristo a los hogares de los devotos gijoneses.
Muchos niñas y niñas han utilizado estos días cartulinas, plásticos, goma EVA o cualquier otro material para construir sus palmas. Es el caso de las hermanas Celia y Alicia Fernández Suárez, de ocho y cinco años respectivamente, que siguieron a través de la pantalla misa que ofició el Papa Francisco desde el Vaticano. Y con sus palmas artesanales en la mano para mantener intacta la tradición.
Otro ejemplo, para recrear por completo un Domingo de Ramos, es Iago Gómez, de ocho años, que ha combinado perfectamente dos de sus pasiones: los Playmobil y la Semana Santa. "Me gustan mucho, y suelo hacer muchas cosas con los Playmobil, y ahora pues se me ocurrió hacer una procesión, porque yo de mayor quiero ser cofrade", asegura, por teléfono, este joven gijonés que con sus figuras ha recreado la tradicional procesión del Domingo de Ramos, con la borriquilla a la cabeza. Por supuesto también tenía su palma preparada: "como no podíamos salir de casa la hice con una cartulina".
