Con la mano en la frente a modo de visera, Caridad Santamarta mira hacia el último piso de las residencia Clara Ferrer. Tras una ventana, aparece su marido, Marcial de Dios, uno de los 72 internos del geriátrico cerrado a cal y canto por el coronavirus y al que ha visto a diario los últimos 64 años de su vida, salvo los últimos 60 días de confinamiento. A sus 84 años, la mujer, que lanzó un beso al aire a su amor, participó en un aplauso para homenajear a los trabajadores e internos del geriátrico, libre del virus tras registrar hace semanas seis casos. "Queda un día menos para vernos de cerca", afirmaron los participantes.
El aplauso estuvo organizado por la asociación de jubilados del Polígono de Pumarín "Los Puertos" y por la de familiares de los internos del centro. Crisanto Herrero preside la primera. Corrían los primeros meses de marzo, cuando el histórico líder vecinal iba de acá para allá pidiendo suspender todas las actividades de ocio y gimnasia que los socios de "Los Puertos", que al carecer de un local propio, realizan en la residencia Clara Ferrer. "Fue un acierto, evitamos contagios", reflexionaba Herrero.
Manuel Rodríguez es su homólogo en la asociación de familiares de la residencia. Perdió el 21 de marzo a su madre, aunque no por el virus. Desvela que el homenaje llevaban tiempo organizándolo para poder agradecer la labor de los profesionales del asilo. "Desde la dirección hasta el último trabajador", remarca.
La de ayer fue una más de las muchas iniciativas solidarias que emergen en Gijón tras el confinamiento. La Federación de Asociaciones Vecinales de Gijón (FAV) organiza desde el 11 de mayo una recogida de alimentos a favor del Banco de Alimentos en la que participan más de una decena de asociaciones. Paralelamente, el asociación de vecinos de Moreda reunió tonelada y media de alimentos y el Coto ha iniciado su propia promoción del comercio local.
El homenaje en la residencia Clara Ferrer fue sentido. Cayó alguna que otra lágrima mientras sonaba el "Resistiré", la canción del Dúo Dinámico, ya himno oficioso de la España confinada. Sonó el "Gijón del Alma" y el himno de Asturias. Caridad Santamarta bailó y cantó todas y cada una de las canciones mientras aguardaba a que su marido se asomara a la venta. "Desde que tengo 19 años nunca nos habíamos separado", dice la mujer, que tiene a su marido en un geriátrico al ser dependiente y al que normalmente acudía a visitar a diario. "Se me muere de pena ahí solo", añade, en un tono que no refleja lástima sino amor puro y duro. Un sentimiento que se demuestra porque la mujer ha pedido ser admitida en Clara Ferrer cuando remita el virus para no separase nunca más de su Marcial.
