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Diecisiete sílabas desde la pandemia

La asturiana María Ruisánchez y el sevillano Martín Ríos ganan el certamen de haikus visuales de Laboral, con piezas de todo el mundo

Composición de José Ignacio Martín Ríos.

Un buen haiku es siempre un milagro verbal al servicio de la emoción. Una de las aportaciones de la lírica japonesa a la cultura occidental. Composiciones elaboradas con pocas palabras y dispuestas con un esquema de estrofa única de cinco, siete y cinco sílabas. Este es el modelo conocido, tradicional. Aunque el mexicano Juan José Tablada, introductor de esta fórmula en la poesía hispánica, ofreció algunas otras variantes. Y es el que ha seguido Laboral Centro de Arte en la convocatoria de su II Certamen de Haikus Visuales, cuyo fallo se conoció ayer con un premio ex aequo para el sevillano José Ignacio Martín Ríos y la ovetense María Ruisánchez Ortega. Hay una mención especial, asimismo, para Dolores Marimon, que remitió su pieza desde Astaillac (Francia).

La convocatoria del certamen de este año, con noventa propuestas enviadas desde casi todas las comunidades autónomas españolas y desde siete países latinoamericanos, además del país galo, ha tenido como eje temático la pandemia por el covid-19. Lo que plantea este singular concurso es aunar lenguajes artísticos distintos: el milenario de la poesía y el más moderno de las imágenes animadas. Palabra y creación audiovisual. Los resultados son sorprendentes en muchos casos. El participante más joven en este premio tenía seis años y el mayor, sesenta y tres.

El jurado estuvo formado por Lucía García, directora gerente de Laboral Centro de Arte; la poeta y editora Esther Prieto; la crítica y comisaria Natalia Alonso Arduengo; el escritor Xuan Bello, y José Luis Argüelles, periodista de LA NUEVA ESPAÑA. De una primera selección de cuarenta trabajos, el debate se centró en media docena de ellos. Hubo acuerdo en que el premio fuera compartido entre los dos ganadores. Y, también, en conceder una mención especial a Dolores Marimon por una obra de gran originalidad y belleza en sus soluciones visuales. El certamen está dotado con 250 euros, además de un lote de publicaciones del Centro de Arte y un carnet de amigo de número de Laboral para el próximo año.

José Ignacio Martín Ríos presentó una obra en castellano, al igual que Dolores Marimon. María Ruisánchez optó, por su parte, por un texto en asturiano. Son composiciones que respetan la métrica y disposición versal de las diecisiete sílabas, aunque haya algún caso en el que se rompe con la preceptiva más rigorista de la tradición oriental: la ausencia del yo y la observación de la naturaleza como cantera de imágenes que contrastan para dar al lector un nuevo sentido de la realidad. Un ejemplo magistral es este haiku de Borges: "En el desierto / acontece la aurora. / Alguien lo sabe".

El certamen de Laboral Centro de Arte tiene añadida la dificultad de conjugar el haiku con un vídeo que no puede superar los treinta segundos de duración. Y en el que debía aparecer, escrito o recitado, el texto. No es fácil dar con la correspondencia entre las imágenes filmadas o creadas y las que propone el poema. Los ganadores lo logran, a juicio del jurado.

Laboral Centro de Arte tiene previsto publicar en su web las obras premiadas, según explicó ayer Lucía García. Un repaso a las piezas presentadas ofrece un muestrario de cómo vivieron estos artistas el confinamiento decretado para combatir la pandemia por el coronavirus. Y puede comprobarse cómo la humanidad, pese al paso de los siglos, sigue atada a los sentimientos que han animado siempre la escritura de haikus: el asombro, la melancolía o la esperanza.

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