El asalto protagonizado por tres miembros de la "banda del Seat" en una cafetería de La Calzada en la madrugada del martes es sólo la punta del iceberg de una oleada de robos que está viviendo la zona Oeste de la ciudad y que afecta principalmente a establecimientos hosteleros, pero también a otros comercios e instituciones como Mar de Niebla. Pese a la presencia policial en la zona, que se ha reforzado ya en junio por estos episodios delictivos, nadie se libra, y es por ello que vecinos y empresarios urgen a poner en funcionamiento de inmediato el servicio de agentes de proximidad, los que van caminando por las calles como medida disuasoria para los ladrones. "Trabajamos con miedo", coinciden los afectados por estos hechos que en el último mes han dejado a 13 personas detenidas por robos y hurtosEl último, frustrado, ayer de madrugada.

Los asaltos, la mayoría de ellos nocturnos y con los locales vacíos, se suceden prácticamente a diario. El último lo frustró un vecino. "Estaba intentando entrar por una ventana cuando un vecino le vio y avisó a la Policía; ya hemos empezado a hablar varios hosteleros de hacer guardias porque es inviable estar así, yo creo que hasta nos vigilan para tener controlados los horarios y los movimientos que hacemos", relata Desiré Buría, responsable de la cafetería Gluup, en la calle Simón González.

En esa misma idea de sentirse controlados se mueven Jéssica Flórez y su marido Roberto López, que regenta la vinatería Sella, en la calle Manuel R. Álvarez, donde entraron el sábado aprovechando un despiste de la dueña para llevarse 500 euros. "Estamos en un sin vivir, de noche cada vez que nos vibra el móvil nos asustamos; llevamos cuatro noches sin pegar ojo y ahora no me atrevo a venir sola a preparar los pinchos por las mañanas", describe Flórez. "Estoy segura que nos vigilan, están al acecho para saber si vendes mucho o poco; todos los días hay robos", añade esta hostelera, que también fue víctima de un robo el pasado sábado.

El autor, de 42 años y con antecedentes por robo y tráfico de drogas, fue detenido por la Policía Nacional, pero ya está otra vez en la calle tras haber pasado por el juzgado. Este individuo entró a tomar una cerveza y, aprovechando que la dueña entró en la cocina, se inclinó sobre la barra para llegar hasta la caja registradora y llevarse el dinero. "Habló conmigo normal, después de robar siguió con su cerveza y se fue diciéndome 'hasta luego nena'", desvela Flórez.

Pocas calles de La Calzada se libran de la delincuencia. "Nos rompieron el cristal y eso siempre genera molestias e inseguridad; es cierto que cada poco pasan coches de policía, pero sería bueno también parejas a pie", apunta Covi González, a la que también robaron esta semana en su bar de la calle Brasil. "Los hosteleros y comerciantes están bastante preocupados por lo que está sucediendo en el barrio", explica Gregorio Ibáñez, impulsor hace dos años -cuando hubo otra ola de robos provocada por los toxicómanos que iban a "pillar" al parque de la Algodonera- de una campaña por la seguridad en La Calzada. Ahora, Ibáñez, le ha vuelto a solicitar a la alcaldesa, Ana González, que impulse la policía de proximidad "como medida disuasoria".

Además de los bares también entran en otros espacios, como en la sede del Grupo Scout La Calzada o en Mar de Niebla, donde ayer robaron varias bicicletas, en el contenedor que tiene la fundación en Moreda para "Biciaventuras". "Nos avisaron que estaba la puerta abierta y fuimos con la Policía; estaba todo roto y destrozado, las paredes con agujeros y grafitis, la puerta blindada reventada y se habían llevado el dinero de los niños", relata Laura García Rodriguez, al frente del Grupo Scout. Lo peor de todo es que en apenas tres días les han entrado a robar, una de ella rompiendo una de las lunas de cristal de su sede, en la carretera de Gijón a Avilés.

Tampoco El Natahoyo se escapa a la delincuencia. Un joven reventó las tragaperras con una tapa de alcantarilla en apenas dos minutos en un bar de la avenida de Galicia. "Pasa mucho policía y estoy segura; aquí el problema es que no les pasa nada cuando los pillan y repiten", reflexiona Brezo Riesgo, afectada por los robos.