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Las claves para el Muro: un espacio de convivencia y distintas formas de moverse

La reforma debe encararse como un plan global de ciudad, considera el Colegio de Arquitectos l Marcos de Balbín emerge como figura crucial

El arquitecto Marcos de Balbín. MARA VILLAMUZA

Reto y oportunidad son algunas de las palabras que utiliza el arquitecto Marcos de Balbín para referirse al recién abierto proceso de participación social que defina las líneas maestras de una futura reforma integral del Muro de San Lorenzo, icono de Gijón y la gran fachada marítima de la ciudad. Aunque la decisión desde el Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias no está formalizada, la labor de intermediación de Balbín entre la entidad colegial y el Ayuntamiento para este tema le da muchas papeletas para convertirse en el presidente de ese grupo de trabajo de 17 personas -entre vecinos, sindicalistas, políticos y representantes de entidades económicas- al que acaba de dar luz verde el Consejo Social de Gijón para que se pongan ya manos a la obra.

A esta comisión se le ha pedido un plan para el Muro de San Lorenzo, pero Balbín tiene claro que cualquier proyecto que se desarrolle afectará a todo Gijón. "No se trata de revertir o no revertir nada sino de analizar los conflictos en ese entorno, ver como afectan al resto de la ciudad y utilizarlo como una oportunidad. Los recursos que se inviertan ahí deben resolver los máximos problemas posibles", explica Balbín para quien es evidente, por ejemplo, que no se puede actuar en el Muro como si fuera una pieza aislada del barrio de La Arena o tomar medidas de movilidad que no tengan en cuenta los cambios que pueda generar la llegada del metrotrén. "Cuando levantas la vista puedes identificar prioridades. El Muro es una prioridad, pero puede haber otras ligadas al Muro", explica el experto.

La polémica semipeatonalización del Muro ya ejecutada ha sido elemento de crispación en ámbitos políticos y vecinales pero lo que ahora hay sobre la mesa va más allá de cambiar carriles o dibujar cuadros de colores. Se trata de fijar un nuevo horizonte para ese ámbito de ciudad partiendo, asume el directivo del Colegio de Arquitectos, de las directrices que marca Europa en materia de movilidad y que tienen su reflejo en el propio Plan de Movilidad consensuado en Gijón y que colocó al peatón, la bicicleta y el transporte público en lo alto de la pirámide.

"Sin darnos cuenta hemos ido dando prioridad al coche y ahora lo que nos dice Europa es que veamos cómo se desplaza la población para equilibrar las formas de movernos. Tenemos que tener aceras con un ancho suficiente para que el peatón vaya a gusto, carriles seguros para bicicletas, un lugar donde dejar el coche...", enumera el arquitecto para quien no hay que olvidar "que la movilidad supone intervenir en el espacio público y que la ciudad es mucho más que una calle donde puede haber coche y otra donde haya bicicletas. La calle es el espacio donde me relaciono con la gente, donde me cruzo con ella , donde está el comercio de proximidad... Es nuestro espacio de convivencia".

La comisión empezará sus reuniones a mediados de mes, con un horizonte de trabajo de unos cuatro meses y el compromiso de tomar sus decisiones en base a estudios y datos. Balbín considera necesario tener acceso a los datos de tráfico que tiene el Ayuntamiento sobre esa vía y su entorno, antes y después de la última regulación, pero también se necesitarán otros indicadores urbanos. "Tenenos que hablar en términos de ciudad, de nueva movilidad y de espacio público. El trabajo del grupo es diagnosticar y ayudar a buscar una solución", sentencia.

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