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SAÚL GARCÍA | FUTBOLISTA, ÚLTIMO FICHAJE DEL SPORTING

"Topi" quiere asentarse en El Molinón

Tímido a bote pronto, el trotamundos cántabro jugaba de delantero cuando era niño y es un as de la raqueta

"Topi" quiere asentarse en El Molinón

A Saúl García, los sueldos astronómicos y la fama que reporta el fútbol profesional no le han cambiado. Cuando los focos se apagan, el flamante segundo fichaje del Sporting esta temporada, es un chico de 25 años con cara de niño al que sus amigos de la infancia apodan "Topi". Tímido a bote pronto, pero sesudo y confiado cuando coge poso, el cántabro llega cedido un año por el Alavés. Es joven, pero también un trotamundos. Racing, Rayo, Depor, Tenerife y Mallorca le contemplan. Viene al Sporting, que se reserva sobre él una opción de compra, a ganar estabilidad para la banda de El Molinón muchos años.

El lateral zurdo sentó cátedra sobre sus atributos en su presentación oficial el pasado martes. Aunque puede jugar de extremo, ya dejó claro que viene para defender. No siempre fue así. Saúl García se inició en el fútbol en Vioño de Piélagos, un pueblecito cántabro que no llega a los 2.000 habitantes a seis kilómetros de Torrelavega y a 23 de Santander. Hizo sus primeros pinitos en el Vimenor, el equipo local, donde fue un feroz delantero.

Diego Rivas es un viejo conocido del fútbol cántabro. Estuvo 13 temporadas jugando en el Tropezón y pasó por el Vimenor. Fue uno de los primeros entrenadores del nuevo jugador del Sporting cuando este tenía apenas siete años. Lo tuvo en prebenjamines, en fútbol sala. Lo recuerda como un zurdo imparable. "Destacaba mucho. Llevaba el balón pegado a la bota", cuenta. Gracias a los goles de Saúl y a otros buenos jugadores, como Óscar Fernández, que juega en el Pontevedra, ese equipo arrasó en el torneo doméstico de 2004 y jugó el campeonato de España. "Tenía un cambio de ritmo que era imparable. Rápidamente sacaba dos o tres metros al contrario", añade.

Rivas tiene una anécdota memorable sobre los inicios de Saúl García. Cuenta el exfutbolista que en el Vimenor existió en el pasado un tal Dosal, que fue un chico que llegó a meter más de 100 goles en un año. "Se empeñó en que quería superarle y lo logró. Debió de meter 160 goles, o una cosa así", explica. Una vez logrado su objetivo, los planes de Saúl mutaron. "En el equipo había un chico al que sus padres le pagaban un euro por cada gol que marcara", prosigue Rivas. "Lo que Saúl hacía era regatear a todos, llegar a la línea de gol y luego pasarle. Así compartían las ganancias", ríe Rivas al que se le nota el cariño en las palabras. "Era tímido sí, pero se le olvidaba en el campo", finaliza.

Saúl García tiene un grupo de Whatsapp llamado "Vioñeses" con una docena de amigos de la infancia. Samuel Martín es uno de ellos. Conoce a Saúl desde pequeño. Compartió pupitre con él en colegio y en el instituto y eran vecinos en la misma calle de la localidad cántabra. "Somos un grupo muy unido. Él, siempre que puede, regresa al pueblo. Y nosotros nos acercamos a verle a los partidos. Nos regala camisetas y botas", cuenta.

Martín describe al rojiblanco como un tipo amistoso. Tiene una hermana llamada Judith. También como un gran aficionado a los deportes, especialmente los de raqueta. El defensor es especialmente hábil en tenis y pádel. "Era mi pareja de frontón en el pueblo. Ganamos varios torneos", dice. Lo que no se le da tan bien es el patinaje. Algo de afición tiene a los videojuegos, especialmente a los de fútbol. Saúl García y Samuel Martín invirtieron de niños muchas horas jugando al "FIFA" y al "Pro Evolution Soccer" de la Play Station 2, toda una joya en cuanto a simulación futbolística se refiere.

A pesar de su juventud, Saúl García se ha grangeado el respeto de un puñado de veteranos del fútbol. Es el caso del que fuera portero del Sporting entre los años 2013 y 2016, Alberto García, ahora en el Rayo. Con el meta, que lleva un año convaleciente de una dura lesión de rodilla, coincidió en el equipo franjirojo. Se sentaban prácticamente uno al lado del otro en el vestuario de Vallecas. El cancerbero llamó al lateral unos pocos minutos antes de su presentación el pasado martes en El Molinón. Le dijo que en Gijón iba a disfrutar mucho.

"Es una persona muy cercana en el vestuario, muy próxima a la gente del equipo", apunta Alberto García. "Al principio, es tímido, pero cuando se le va conociendo y coge confianza se accede a su parte humana", explica. "Es una persona que vive por y para el fútbol y que analiza muy bien a sus rivales. Esa fue una de las cosas que más me sorprendió de él", relata el arquero. Alberto García considera que Saúl puede encontrar en el Sporting lo que le ha faltado en otros clubes. Es decir, estabilidad. "Ha vivido momentos muy bonitos, como luchar por un ascenso. Está claro que aunque sea joven tiene un gran dominio de las emociones que puede tener un futbolista", zanja el portero.

Así es Saúl García. Un chico tímido de 25 años al que el fútbol, su gran pasión a parte de su trabajo, no le ha cambiado. Un tipo sencillo que se sigue llevando con sus amigos de la infancia y que tiene el respeto de pesos pesados del fútbol nacional. Un lateral consciente de la importancia de la defensa en el juego a pesar de que de chico marcara los goles sin inmutarse. Un jugador que llega al Sporting para un año, pero que busca estabilidad. "Topi" quiere correr la banda de El Molinón muchos años.

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