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El drama de un padre gijonés que tiene que llevarse a su hijo discapacitado al trabajo

Los retrasos en el Marítimo debido al covid dejan al joven sin atención, lo que obliga a este hombre, concejal de San Martín del Rey Aurelio residente en Gijón, a ir todos los días con él al Consistorio

Néstor Reinosa, ayer, con su padre, Manuel, en el Ayuntamiento de San Martín del Rey Aurelio. Juan Plaza

Néstor Reinosa tiene 20 años, una discapacidad del 80 por ciento y, desde hace unas semanas, es uno más en el Ayuntamiento de San Martín del Rey Aurelio. No es que el joven haya encontrado trabajo en la Casa Consistorial; la realidad es mucho más dura. Como aún no ha conseguido una plaza para el Centro de Atención Integral del Sanatorio Marítimo, su padre, portavoz de IU en el concejo del Nalón y residente en Gijón, se ve obligado a llevarlo consigo a diario. "No tenemos con quién dejarlo", asegura Manuel Reinosa.

"Ayer, sin ir más lejos, tenía una reunión a las nueve y media de la mañana, y a las siete y media ya tuvimos que levantarlo para traerlo conmigo al Ayuntamiento", explica el abnegado padre. En el edificio, el joven se entretiene "dibujando o con cuentas". "No es normal que nos veamos en esta situación", clama Reinosa.

Su madre, María José Fernández, es enfermera en la UVI del Hospital de Langreo. "Como no lo lleve conmigo, no tenemos otra solución", explica el padre. "Las abuelas tienen 80 y 70 y pico años, no es viable dejarlo con ellas", relata, impotente ante una coyuntura que se les está haciendo muy cuesta arriba.

Hasta el pasado curso, Néstor Reinosa acudía al colegio especial de Castiello, en Gijón, donde reside la familia. Pero al cumplir los 20 años, finalizó el periodo de escolarización en este centro y el joven debía pasar a un Centro de Atención Integral. En su caso, tiene plaza reconocida en el Sanatorio Marítimo desde el pasado mes de junio, pero aún no le permiten asistir a este recurso. "No sabemos por qué; estamos hartos de pedir explicaciones y nadie sabe decirnos cuál es el motivo de que aún no se haya incorporado al centro", denuncia la familia, con el lastre que ello supone. "En especial para él mismo, porque necesita otro tipo de actividad, estar con monitores especializados, con tareas acordes a su discapacidad para que siga progresando y esté contento", cuentan.

"A veces, se le ve triste. Está acostumbrado a estar con más gente y de su edad, haciendo otras cosas", aseguran los padres, que se esfuerzan por hacer llevadera una etapa que "esperamos que se acabe pronto". "De momento, sólo saben decirnos que se está retrasando todo por el coronavirus: primero por el confinamiento y después por todas las normas que tienen que cumplir. Parece que el CAI está funcionando a medio gas, pero es urgente que se tomen las medidas necesarias porque los padres tenemos que trabajar y conciliar se hace imposible", denuncia la madre.

Joaquín Monteagudo, director general de Servicios Sociales y Mayores, explica por su parte que estos retrasos se deben "a la adaptación a todos los protocolos sanitarios, que son muy exigentes". El joven se ha hecho, mientras espera por la solución, un hueco en Sotrondio, donde los compañeros de su padre "se portan fenomenal con él". "No han puesto ningún problema a que venga conmigo y si tienen que salir a tomar un café se lo llevan con ellos para que tome el aire y no se canse", relata Manuel Reinosa. Una situación poco menos que insólita y que exige una "solución cuanto antes", clama la familia, en medio de un fuerte desasosiego.

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