La galería Aurora Vigil-Escalera inauguró ayer la exposición “Figuración contemporánea”, una muestra en la que reúne a algunos de los artistas de línea figurativa con los que viene trabajando en los últimos años. Entre los creadores elegidos para esta colectiva, con la que la sala despide un 2020 que tampoco ha sido fácil para el sector, está el escultor gijonés Gonzalo García (1966), conocido por sus singulares piezas anatómicas sobre el pie humano.

Además de Gonzalo García, los artistas elegidos para “Figuración contemporánea” son Jorge Hernández (Huelva, 1973), David Morago (Madrid, 1975), Javier Torices (Madrid, 1968) y Alejandro Bombín (Madrid, 1985). “Esta colectiva, ya tradición en la galería tras sus pasadas ediciones de 2016 y 2018, trae las variadas perspectivas de cinco artistas que han decidido centrar su producción en el arte figurativo”, explicó ayer Aurora Vigil-Escalera, antes de encadenar: “Cada uno aporta diferentes lenguajes artísticos, sensibilidades y formas de interpretar la realidad y un estilo artístico arraigado en la tradición, que se ve obligado a modernizarse continuamente para mantenerse relevante”.

Jorge Hernández, artista onubense conocido por el público gijonés y asturiano, destaca por una pintura escénica que bebe del arte pop y de la iconografía del Hollywood clásico. En sus cuadros, hay siempre algo misteriroso, onírico y abierto a la sugestión.

El madrileño David Morago destacó pronto por una obra centrada en el mundo animal y con una tradición que puede remontarse al Renacimiento. Una pintura de atención a la zoología y, también, a las plantas y los minerales.

Javier Torices es otro pintor conocido de los aficionados asturianos. Llaman la atención y el aplauso del público sus paisajes, especialmente las marinas con sus juegos de luces.

Y otro madrileño, Alejandro Bombín, el más joven de los seleccionados en “Figuración contemporánea”. Estamos ante un artista atento al exceso de información, a los entrecruzamientos entre el tiempo analógico y el viral. Y a las imágenes, en fin, de una sociedad expuesta al abuso tecnológico.