El Albergue Covadonga cierra el año con un presupuesto para 2021 que rondará los 1,2 millones de euros, pero con la incertidumbre de no saber si esa cantidad bastará para atender todas las necesidades que se presentarán durante un tiempo en el que covid volverá a ser, con toda seguridad, el gran protagonista. Porque, además de las nuevas exigencias sanitarias y el aumento de los gastos para mantener las normas de higiene requeridas, otro aspecto lastra desde hace unos meses, y seguirá haciéndolo, las cuentas de la entidad: la ausencia de los voluntarios.

La llegada de la pandemia ha obligado a enviar a casa a quienes trabajaban de forma desinteresada en las diferentes tareas del Albergue, como la cocina o el comedor, pero la labor de primera necesidad hay que seguir prestándola. “Tuvimos que meter gente de fuera, lo que tiene un coste”, reflexiona la directora, Cristina Avella. “Nunca hicimos un cálculo del ahorro que supondría contar con nuestros voluntarios, porque el voluntariado es algo intrínseco al Albergue, siempre ha funcionado así y siempre hemos tenido mucha gente que quería echar una mano y ahora no se puede”, añade. Lo que sí se sabe es que ahora toda esa labor tiene un coste económico. Y seguirá teniéndolo el año que viene.

Por eso, el cierre de las cuentas de 2020 no es definitivo y se manejan varios escenarios: todo el año que viene con covid, una parte del año sin él o directamente con su desaparición, algo que todos desean, pero que no parece tan inminente. “Vamos un poco viendo el día a día y cómo se presentan las cosas, porque de repente nos avisan de una donación que nos da un balón de oxígeno, y las cosas van cambiando mucho este mes de diciembre”, asevera Avella, que ayer presidió la última reunión del patronato de este ejercicio.

La incertidumbre se presenta también en torno a las medidas que tomen las administraciones públicas: “No sabemos si el año que viene habrá financiación extra del Ayuntamiento para hacer frente al covid o de qué ayudas dispondremos”. En todo caso, el cierre del ejercicio será deficitario. “Nosotros tenemos cierto margen de maniobra, somos una fundación con cierta solvencia y eso nos ayuda a superar mejor estas situaciones pero en el caso de las entidades más pequeñas están pasando verdaderos apuros”, resume la directora.

El Albergue cerrará el año con un aforo reducido: de 78 a 48 plazas para adultos, tres para familias, y apenas 30 en el centro diurno (antes había 48) y 16 en el nocturno, dos menos que antes de la pandemia. “Todo está completo y se han liberado cuatro plazas en pensiones porque la Cocina Económica también está llena”, explica Avella, quien calcula que el balance de 2020 será de “entre 850 y 900 usuarios”, frente a los 1.150 del año pasado. Un descenso motivado por el recorte de aforo y porque “muchos ya no vienen al saber que no tenemos sitio”. En cambio, el centro diurno y nocturno de baja exigencia sigue manteniendo el número de usuarios. “En plena pandemia siempre han venido para lavar la ropa y darse una ducha, es un servicio de primera necesidad”, indica.

No todo son penurias: el año también deja un balance muy positivo en lo solidario, con donaciones de “empresas que nunca antes habían colaborado, como Amazon o Mutua Madrileña”. Y con regalos como que el que hoy mismo reciben desde la Doctor Armando Foundation, creada por el médico Armando Menéndez: 6.000 euros, 30.000 mascarillas, 1.300 desinfectantes de superficies en spray, 1.300 desinfectantes de manos, 100 pantallas EPI para la cara, ocho termómetros infrarrojos sin contacto y guantes desechables. Además, en abril costeó las pruebas serológicas para las religiosas y los trabajadores. Lo peor de la enfermedad también ha traído lo mejor de la solidaridad.