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Del Elisburu al Pumarín, un cambio “natural”

El colegio remozará las fachadas con motivo de su nueva denominación: “Es un proceso normal, la ilusión sigue intacta”

Por la izquierda, Lucía García, Ari Pérez, Hugo Levices y Martina Camblor. Marcos León

El cambio de nombre del hasta ahora colegio Elisburu, notificado oficialmente por la Consejería de Educación el pasado 23 de diciembre y adelantado por LA NUEVA ESPAÑA, se irá asumiendo “de forma progresiva y con naturalidad” a lo largo de todo este curso, como un paso más en la evolución de un centro que suma 47 años de vida y que presume de contar con una comunidad educativa unida como una piña y plenamente inserta en la dinámica de la vida del barrio. Dentro de unas semanas, cuando se instale el nuevo cartel en la fachada, será con todas las letras Colegio Público Pumarín, aunque, como explicaba ayer a la profesora Rosa Calvo una alumna de cinco años, “el Elisburu se llamará siempre un poco Elisburu, aunque no se llame Elisburu”.

El proceso para “rebautizar” el centro, a requerimiento de las asociaciones de la Plataforma Memorialista de Xixón para eliminar de la nomenclatura el nombre de un dirigente falangista en la ciudad, viene de largo. “Ya hubo dos encuestas al hilo de esta cuestión con los responsables que me precedieron”, explica la directora del centro, Luisa María Lendinez, quien ha asumido el cambio como “un proceso natural”. “Se hace con todo el respeto a las familias y con el principal objetivo de seguir enraizados en la comunidad, que no se pierda la esencia de barrio que siempre ha existido”, dice.

Fue en el año 2018 cuando el gobierno local de Foro ya advirtió al colegio de que era necesario abordar la búsqueda de un nuevo nombre. “El Elisburu era un nombre tan arraigado que casi quedaba fuera de las connotaciones históricas. Fuimos muchos los que tuvimos que buscar en internet quién había sido Julián Gómez Elisburu y apenas encontramos información”, explica Laura Gil, presidenta de la Asociación de Madres y Padres.

Laura Gil (a la izquierda) y Luisa María Lendinez resuelven papeleo por el cambio de nombre de Elisburu a Pumarín. | MARCOS LEÓN

En las consultas que se hicieron entonces a las familias siempre se contempló la idea de llamar al centro “Elisburu”, a secas, porque nadie lo asocia con connotaciones históricas. “En realidad, no era más que un inspector de Educación del franquismo”, destaca la directora. Pero las entidades de Memoria Histórica no dieron por buena la solución, y el tiempo fue pasando. Hasta el pasado mes de junio, cuando el colegio se encontraba saturado por la organización del nuevo curso covid y los planes de contingencia.

“Nos encontramos con que teníamos quince días para proponer un nuevo nombre, y el consejo escolar decidió de nuevo apostar por Elisburu sin más. Pero no sirvió”, relata Lendinez.

Así que, en noviembre, de nuevo fue precisa una reunión para presentar una propuesta, “apegada a nuestra esencia”. “De problemas hay que hacer oportunidades, así que pensamos que Pumarín era el nombre ideal”, dice. Ahora ya tienen el visto bueno y los meses que quedan de curso serán de “adaptación”. “Con toda normalidad, aunque hay que tener en cuenta que por aquí ya han pasado dos generaciones y para todos somos el Elisburu”, afirma.

El “rebautismo” ha sido la gran novedad del 2021. Aprovechando esta circunstancia, el centro se ha puesto en contacto con un artista del grafiti que remozará dos fachadas, con la aportación artística de todos los alumnos, para que el cambio de nombre marque un hito. De momento, en el centro andan con mucho papeleo por todos los cambios oficiales que conlleva, pero “con la ilusión intacta”.

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