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Los centros de Primaria de Gijón exigen una mayor inversión: “hay más necesidades cada año”

Familias y directores denuncian que aún están pendientes actuaciones de toda índole “sin que se sepa muy bien de quién es la competencia”

La cubierta de uralita del colegio Begoña, pendiente de cambio. Juan Plaza

El Ayuntamiento de Gijón esgrime una larga lista de necesidades en los centros educativos de Primaria que, según la concejalía de Educación, acumulan un coste de 1,2 millones de euros, tal y como adelantó ayer LA NUEVA ESPAÑA, para arreglar las deficiencias. Mejora de cubiertas, aleros, fachadas, pilares y vierteaguas son las principales intervenciones de un listado que fue presentado la semana pasada a la consejera de Educación, Carmen Suárez, para tratar de agilizar las intervenciones, que no dejan de acumularse. Son diecisiete los colegios afectados por estas necesidades, pero son muchos más los que precisan labores de mantenimiento, cuando no llevan años esperando por intervenciones urgentes que no siempre dependen del Principado. También del Ayuntamiento, señalan familias y equipos directivos.

Es el caso de centros como el colegio Begoña, que cuenta con una anticuada cubierta de uralita. “Lleva amianto, que es una sustancia cancerígena, y hay goteras y filtraciones que afectan directamente a la salud de los escolares y de todos los que hacen uso de las pistas en el barrio”, recalcan los representantes del AMPA. A ello se suman las humedades persistentes que obligaron a clausurar un aula por las filtraciones de agua que empaparon las paredes.

En otros centros, como el Eduardo Martínez Torner, llevan con problemas graves de desprendimientos desde el año 2017, recuerda la directora, Noelia Anseán, quien señala que no puede responsabilizarse de que suceda algo cuando lleva tanto tiempo pidiendo que las cosas se arreglen. Se puso una malla provisional para evitar que caigan materiales sobre los niños, y “lo que era provisional, hizo un año en noviembre que lleva puesto”, denuncia. “Aún están reuniéndose ahora para elaborar informe, elevar a la consejera y ver quién lo ejecuta”, lamenta .

Hay centros que figuran en la lista de obras pendientes, como el de Tremañes, en el que se ejecutarán trabajos de sustitución de vierteaguas y mejora de aleros, pero “tenemos pendiente también un baño”, recuerda el director, Maxi Marín. Del mismo modo, el Noega está pendiente de que se cambien los cargaderos de las ventanas, y “el tema de las persianas y el gasto en calefacción es un dolor de cabeza”, reconoce el director, Arturo Arias, quien recuerda otra obra recurrente en varios centros y aún sin ejecutar, como es “el cierre lateral de la pista, porque nos entra agua”.

Esta última labor es una intervención largamente demandada, por ejemplo, en el colegio El Piles, donde también está pendiente el cierre del polideportivo exterior, recuerda el director, Julio Fernández. “El concejal Alberto Ferrao ya nos indicó a principios del mandato que éramos varios colegios pendientes y que no sería una obra prioritaria para la nueva corporación porque había otras más urgentes”, recalca.

Geles García, del colegio Cervantes, exhibe una lista larga y compleja, y se queja amargamente de que “el año pasado nos concedieron la pavimentación de las pistas, nos hicieron un retal y con eso han dado la obra de paso”. Pero además “sigue pendiente la cubierta del polideportivo, los excrementos de las palomas, con pájaros muertos en las redes, canalones atascados y problemas de accesibilidad, la lista es muy muy larga”, se queja, consciente, además, de que “la gran mayoría de intervenciones dependen del Ayuntamiento en nuestro caso”. “Hicimos las peticiones un montón de veces, vinieron varios concejales pero siempre hay algún problema para no hacer nada; llevamos cuatro años si una sola obra”, denuncia la directora.

La cancha de El Piles, sin cierre lateral. Juan Plaza

En el colegio Laviada, por su parte, necesitan el cierre lateral de la pista cubierta, porque “es una zona ventosa y cuando llueve hay problemas porque entra el agua y los niños no pueden hacer Educación Física”. “Y desde el curso pasado se tuvo que proteger el alero del porche y el de los vestuarios y el comedor, que se empiezan a deteriorar”, señala la directora, Ana Romero. A principios de curso “mandamos una foto a la consejería para que vean el daño y decidan quién lo ejecuta”.

El colegio Pumarín (antes Elisburu) sigue esperando por la mejora de la fachada principal, y se ha solicitado la reparación de humedades y mantenimiento de canalones, mientras que

Desde El Lloreu, que no sale en la lista de actuaciones pendientes remitidas al Principado, padres y dirección reclaman que se mejore el cierre del colegio, porque por las noches entran personas ajenas al centro y “al día siguiente hay de todo, desde excrementos hasta restos de comida y fogatas”.

Del mismo modo, los padres y madres del colegio Atalía denuncia que el centro se inundó en Navidad, con agua corriendo por los techos en bolsas y paredes y con daños en la sala de Informática, con las paredes llenas de moho aunque las goteras ya fueron reparadas. Y desde el colegio Honesto Batalón recuerdan que “la fachada del edificio, que está catalogado, mete miedo, hay zonas en muy mal estado y nadie mira para él, cuando es del Ayuntamiento”, lamentan las familias.

Todo ello, con la sensación de que “los políticos siempre se lavan las manos, echándose la culpa unos a otros de que las obras aprobadas ahora no se pueden ejecutar”, critican las familias, cansadas de que la lista de necesidades no haga más que engordar mientras se decide “quién hace qué”.

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