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Semillas que hicieron crecer el Botánico

La ampliación del Entorno Cantábrico, la aliseda pantanosa, el bioma boreal americano y el laberinto vegetal son los antecedentes de una la nueva expansión

Visitantes en el laberinto vegetal del Botánico, en una imagen de archivo.

El gran museo verde de Gijón, el Jardín Botánico Atlántico, alcanza su mayoría de edad con muchos desafíos en el horizonte. El más importante, y el que necesitará de más tiempo y esfuerzos, es acometer una nueva ampliación que permita ir sumando especies y hectáreas a una de las joyas medioambientales de Gijón, polo de atracción turística de Asturias y equipamiento singular del Norte de España. El interés está en unos terrenos propiedad de la Universidad de Oviedo que lindan con la parcela donde, en 2018, se inauguró el bioma boreal americano y el popular laberinto de laurel que lo enlaza con la zona de los acantilados costeros del entorno cantábrico.

Esa ampliación se hizo respetando los criterios contemplados en el esquema global director del Jardín Botánico Atlántico que se fijó antes de su inauguración en abril de 2003 y que establecía articular el área en seis biomas: los boreales y templados de Norteamérica y Europa, el caribeño tropical y el mediterráneo. Pero tuvo su reflejo en otro documento de interés, un plan de acción integral, redactado internamente en 2012. En ese tiempo el gobierno municipal ya estaba en manos de Foro, con Carmen Moriyón en la Alcaldía. El primer gobierno no socialista de Gijón desde la vuelta de la democracia paralizó de mano el proyecto dejado por el equipo de Paz Fernández Felgueroso que suponía construir un invernadero de cristal tan alto como un edificio de siete pisos para acoger más de 600 especies de biomas tropicales.

Un proyecto singular con un coste cercano a los cinco millones de euros, a financiar con los fondos extraordinarios del “plan A”. Nunca llegó a hacerse. El nuevo gobierno no vio factible ni el coste económico, con un mantenimiento de casi un millón de euros según las estimaciones, ni la idoneidad del espacio elegido que se correspondía al que, según el esquema director, debía acoger en su momento la vida vegetal de Alaska y Canadá.

Así que en 2012 lo que se hizo realidad no fue el invernadero tropical sino la ampliación del denominado Entorno Cantábrico, con 6.500 metros cuadrados que dan cabida a comunidades vegetales no forestales del Cantábrico. Un repaso a la flora de arenales costeros, marismas, dunas y de alta montaña. Esta última especialmente importante en lo que tiene que ver con la conservación de especies amenazadas que tiene en Gijón ese refugio. También se hizo sitio para una colección de 60 especies de helechos. La ampliación se hizo con el apoyo de la escuela taller “Entorno sostenible”

El siguiente punto de inflexión en la historia más reciente del Botánico, en cuanto a su expansión en verde, tuvo lugar en 2014 con la apertura de la aliseda pantanosa. Un bosque cantábrico que se encontraba cerrado al público y para cuya presentación se puso en marcha la denominada ruta de los bosques naturales. El círculo de ampliaciones de esa etapa se cerró con ese bioma boreal americano y laberinto de laurel de 2018.

A la incorporación de metros cuadrados en favor de nuevas especies y colecciones y al desarrollo de proyectos científicos y de divulgación, sumó el plan de 2012 otras acciones con la intención de atraer a nuevos visitantes y potenciar el jardín como espacio lúdico, social, turístico y cultural. Bajada del precio de las entradas y visitas guiadas gratuitas, la celebración de la Semana de la Ciencia y de cursos de horticultura ecológica, una oferta de conciertos para el verano y el Belén en la Navidad, acampadas familiares y cursos de inglés...

Una oferta que desde Foro, y más en concreto para Jesús Martínez Salvador que fue su máximo responsable durante esos años y ahora es el líder del partido en la oposición municipal, fue motor del crecimiento del espacio sin perder su esencia de museo vivo. Pero una fórmula que el actual gobierno, de PSOE e IU, considera reprochable por priorizar, entienden, la visión de “parque temático” sobre la de joya medioambiental. De ahí la decisión de sacar el Botánico de la empresa Divertia para pasar a ser controlado desde la concejalía de Medio Ambiente.

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