Siete son las zonas de aparcamiento reservadas para vehículos oficiales en Gijón, la mayoría concentradas en el centro de la ciudad y en las calles aledañas a edificios municipales. Una de ellas es la de la calle Casimiro Velasco, delante de la puerta lateral del Teatro Jovellanos, que fue escenario hace unas semanas del conflicto surgido entre los concejales del Ayuntamiento Montserrat López Moro y Eladio de la Concha por unos daños en el vehículo de la edil de Foro Asturias provocados supuestamente por el coche del portavoz de Vox en el Ayuntamiento. Tal y como desveló LA NUEVA ESPAÑA, una testigo asegura que una mujer conducía el coche de De la Concha (una versión que el edil niega tajantemente) cuando se produjo el incidente, lo que supondría un uso indebido de estas plazas reservadas.
¿Cómo se accede a estas plazas reservadas? Con el sello del área de Tráfico, el Ayuntamiento emite unas tarjetas nominativas que dan autorización a sus titulares –incluyen nombre y apellidos de la persona y el número de la matrícula– para poder estacionar sus vehículos. Todos los concejales de la corporación municipal (además de otros trabajadores) tienen la suya propia, pero las condiciones de uso son muy claras. “Esta tarjeta es personal e intransferible. El uso indebido de la tarjeta puede dar lugar a su retirada”, reza la inscripción de ese documento que permite aparcar en esas zonas reservadas.
Además de las plazas en Casimiro Velasco, hay espacio junto al Ayuntamiento, en la calle Marqués de San Esteban (con los cambios de circulación en la zona se suprimieron las existentes en terrenos de la Autoridad Portuaria), junto a la Oficina de Igualdad, la sede de la Fundación de Servicios Sociales (en la Gota de Leche), en el Antiguo Instituto y en la avenida de Manuel Llaneza. Para todas esas zonas resulta válida la tarjeta, pero siempre y cuando sea el coche y el titular que figura impreso en la autorización.
Conflicto enquistado
Ese es uno de los problemas en el conflicto entre López Moro y de la Concha por los daños. Reconocer la versión de esa testigo, que el edil de Vox tacha de falsa con rotundidad, supondría asumir que se ha hecho un mal uso de la tarjeta, porque esa persona identificó el coche, la matrícula y aseguró que lo conducía una mujer. Los seguros de ambos implicados siguen sin ponerse de acuerdo. No hay parte amistoso y la opción de acabar en el juzgado sigue encima de la mesa.
