Yolanda Ezquerra ordenaba ayer los bolsos y gorras de su puesto de la nueva feria de artesanía en Begoña mientras negaba con la cabeza. Llevaba dada de baja en la Seguridad Social desde Reyes, cuando logró un puesto en un mercadillo navideño, y se ha dado de alta ahora y hasta el 4 de abril, cuando cerrará otra vez el puesto. Junto a ella, las otras 39 instalaciones de vendedores ambulantes y de artesanía desplegados por el paseo gijonés tienen los ojos puestos en estos días de sol para revertir unas cuentas en rojo que no esperan sanear hasta, mínimo, el verano. El entorno de Begoña estaba ayer de bote en bote con curiosos merodeando por las casetas, aunque los comerciantes de momento afirman no haber hecho “demasiada caja”.
Ante la pregunta de cuánto tiempo lleva sin trabajar, Cándido González tiene que fruncir el ceño y echar cuentas. “Desde Navidad de 2019 a 2020”, sentencia. Ha ido tirando hasta ahora, dice, por sus ahorros. “Ya desde hace años de esto se vivía normal, se sobrevivía, y ahora ni eso. Es agónico”, lamenta. Lleva 22 años dedicándose a la venta de todo tipo de artículos y siempre ha vivido de los viajes a ferias y fiestas de pueblo por todo el país. Ahora eso está prohibido y las ayudas, cuenta, “no dan para nada”.
Todos los artesanos manifiestan ideas similares. Rita Menéndez, que vende carteras, explica que ha estado “completamente parada” desde hace meses y que las ayudas del Principado “no compensan en absoluto” sus pérdidas. Alfredo Álvarez, joyero, entiende que su sector no se recuperará sin turistas. “Hay gente, pero está más bien de paso”, señala.
La feria, organizada por la Asociación de Vendedores de Calle en Asturias, abrirá hasta el día 4 desde las 11.00 y hasta las 20.00 horas. Su presidenta, Carmen Molinero, agradece la mano tendida por el Ayuntamiento y ha logrado traer a la ciudad también a comerciantes de fuera de la región. Uno es Manén Miranda, extremeño y artesano del corcho, que reconoce que todavía no sabe si logrará ni siquiera compensar los gastos del viaje: “Este último año ha sido difícil y nosotros hemos aprovechado para meternos en el taller. En Gijón vemos que la gente aún tiene algo de miedo y yo aún no sé si voy a compensar los gastos o si estoy corriendo riesgo por salir de casa, pero toca trabajar”, zanja.
