A Isabel Palacio Álvarez los años y el alzheimer le han debilitado el cuerpo y desordenado los recuerdos y la conversación. Pero su simple presencia bajo la primera placa colocada en el vial que lucirá el nombre de su hermano José Manuel puso ayer la emoción al día en que el tributo a quien fuera el primer alcalde de Gijón en la actual etapa democrática reconvertía la avenida de Juan Carlos I en avenida de José Manuel Palacio Álvarez.

Un operario de Emulsa retira la placa de Juan Carlos I, que se rompió en la operación, e instala la nueva con el nombre de Palacio. | Ángel González

Isabel llegaba al entorno del Museo del Ferrocarril poco después de las cuatro y cuarto de la tarde para ver ese rótulo de letras negras sobre fondo blanco y friso rojos. Los colores del Gijón que fue el pilar de la vida de su hermano. Llegaba apoyada en su amiga Isabel Menéndez y en Armando Nosti, quien fuera uno de los grandes amigos de su hermano, compañero político en las filas de Unidad Gijonesa y batallador por este reconocimiento al alcalde que inició la transformación de Gijón. Tres personas bajo la lluvia compartiendo el momento por el que habían esperado años entre viandantes que, tapados por sus paraguas, ni siquiera se percataban del cambio de nombre de la avenida.

El alcalde Palacio estrena su avenida

– “Isabel, ¿ve lo que pone ahí? Pone José Manuel Palacio Álvarez ¿Está contenta?”, le preguntaban sus acompañantes.

A sus 88 años Isabel es la única familiar directa de José Manuel Palacio. La pequeña de los tres hermanos y la única que nació en Gijón tras el pasado de la familia en Cuba. Trabajadora social de formación ejerció durante años en Santa Bárbara y ya jubilada dedicó parte de sus esfuerzos a reivindicar la trayectoria de su hermano, fallecido en 2005 a los 75 años.

Quienes comparten el actual momento vital de Isabel recordaban ayer como se emocionó hace meses al saber que el Ayuntamiento, finalmente y tras dos intentos fallidos, le daba una calle a su hermano y como dijo que sí cuando ayer le propusieron acercarse a ver esa placa que hace realidad la petición. Allí asintió ante quien veía en ese rótulo el pago de una deuda pendiente de Gijón a uno de sus líderes, se sumó a la ironía de un “aquí quedó destronado, el infeliz” cuando en la charla se recordó que Gijón ha cambiado un Rey emérito por un alcalde democrático y asumió que la avenida de su hermano podía ser buen sitio para sus paseos fuera de la residencia de la calle Corrida donde vive.

Isabel se dejó inmortalizar para la ocasión en la misma fachada donde, unas horas antes, dos operarios de Emulsa se encargaban de quitar la placa con el nombre de Juan Carlos I y poner la de avenida de José Manuel Palacio. Un doble sistema de atornillado y pegado y, sobre todo, las grietas de casi veinte años a la intemperie provocaron que la pieza con el nombre del Rey Emérito se rompiera en media docena de pedazos.

Igual que media docena eran los curiosos que, al ver el revuelo de cámaras, se percataban de que allí había más que un trabajo ordinario de Emulsa. Algunos como Celestino Blanco y Miguel García sacaban sus móviles para inmortalizar un momento que habían encontrado por casualidad. “Yo creo que es un momento histórico”, explicaba Blanco. En poco más de media hora el cambio de esa primera placa en el lateral del Museo del Ferrocarril había terminado. Luego llegaría la renovación a la altura del edificio administrativo del Principado, del cruce con la plaza de Máximo González... y así hasta completar las diez placas salidas de los talleres de cerámicas La Guía. El trabajo del personal de señalización viaria comenzó, a falta de una grúa, con los rótulos ubicados a una altura inferior a los dos metros y medio.

Ejecutada en la parte técnica la decisión del gobierno municipal, no exenta de polémica política y vecinal, ahora desde los colectivos y personas que han reivindicado el homenaje a José Manuel Palacio se tiene previsto organizar un acto social en torno a esa placa. Aunque para eso aún faltan días.