“Fariña” para concienciar al Jovellanos

La obra conquista al público gijonés con dosis de humor y una fuerte crítica a los cómplices del narcotráfico

Alberto ALGUERÓ

El problema del narcotráfico para Galicia y el resto de España durante décadas se subió ayer a las tablas del Jovellanos. “Fariña”, inspirada en la obra literaria de Nacho Carretero, con su posterior serie, se convirtió en teatro en el coliseo gijonés en la primera de las tres funciones previstas, para deleite de un público entregado que brindó a los actores una larga ovación al terminar. Esta problemática social, contada de forma descarnada.

Dirigida por Tito Asorey, la obra huyó de la posibilidad de narrar los hechos desde el punto de vista de los propios narcos. Por el contrario, aprovechó la “asamblea social” que se genera en el teatro para que su mensaje calase como lo hacen los acontecimientos que se presencian “in situ”. El elenco de actores representó algunas escenas, a priori, inconexas, que sumadas unas a otras terminaron por ejemplificar del mejor modo las imbricaciones de uno de los peores episodios de finales del siglo XX y principios del XXI.

Durante la primera mitad de la función, apareció un invitado que pocos esperaban dentro del coloso gijonés: el humor. Con retranca, como le gusta a los gallegos, las risas se hicieron oír en el teatro al comienzo de la obra, cuando se apeló a las “ventajas”, principalmente económicas, que se veían en un negocio que terminó convirtiéndose en desgracia para miles. La sociedad gallega vio cómo un nuevo producto entraba en el mercado, y eso trajo enormes beneficios para algunos personajes. Sin embargo, aunque hubiese tintes cómicos, la representación no perdió ni un ápice de rigor. No importó que mediase música en directo, que se bailara o que se cantara. “Fariña” aprovechó las posibilidades del teatro y conquistó a los asistentes del Jovellanos con un drama contado de la mejor manera. Las ovaciones fueron para unos intérpretes sobresalientes. Porque el cartel es notable: Víctor Duplá, Sergio Zearreta, María Vázquez, Cristina Iglesias, Xosé Antonio Touriñán y Marcos Pereiro.

Galicia se habría convertido en algo parecido a un “narcoestado” de no ser por cierta parte de la sociedad civil. Y en eso mucho tuvieron que ver las mujeres. En la misma cuenta cayó “Fariña”, que homenajeó con sutileza a aquellas que, representadas por Carmen Avendaño y la Fundación Érguete-Integración, pelearon hasta el final de las consecuencias por que se preservase la salud de sus hijos y remitiesen las actividades vinculadas al narcotráfico en la costa gallega. En ese sentido, la obra pone el foco en la responsabilidad de quienes permitieron que la droga se asentase en Galicia y lo copara todo, pero también descubre la cara de quienes se intentaron negar a ello, elevándolos a la categoría de héroes populares.

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