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Los toros en Asturias: El Bibio, el último bastión taurino que termina por caer

Novilladas y becerradas fueron cita habitual de las fiestas patronales de localidades como Avilés, Candás, Mieres o Llanes, además de Gijón y Oviedo

Toros en Candás.

El desembarco del príncipe Carlos de Gante, convertido luego en rey de España como Carlos I, en Tazones el 19 de septiembre de 1517 supuso el primer contacto de Asturias con la cultura taurina en un festejo con el toro de protagonista, pero de ejecución muy distinta a la tauromaquia actual. En su honor se celebraron sueltas de toros en Villaviciosa el día 21, en Ribadesella el día 25 y en Llanes dos días más tarde, según se describe en el libro de Laurent Vital, servidor doméstico del monarca, que daba cuenta por escrito de sus viajes. Con los años, y hasta llegar a 2021 con la reciente polémica taurina en Gijón, han sido decenas los concejos de la región que en esos más de cinco siglos han celebrar espectáculos con reses bravas como protagonistas. Oviedo, Avilés, Mieres, Tineo, Llanes, Navia, Candás, Sama de Langreo o Pola de Siero son solo algunos ejemplos donde los taurinos asturianos encontraron divertimento hasta encontrar cobijo en la feria de Begoña, en El Bibio, para seguir disfrutando de su afición una semana al año. Antes que Gijón, el último bastión, cayó el coso de Buenavista el 21 de septiembre de 2007 tras lidiarse reses Peralta y Las Monjas con Jesulín de Ubrique, Manuel Díaz “El Cordobés” y Rivera Ordóñez en el cartel.

Turón.

El mayor arraigo de la tauromaquia en el Principado siempre se ha sentido en Gijón, desde los festejos en Cimadevilla en el siglo XVII al coso de la carretera de Villaviciosa, inaugurado por “Mazzantini” en 1888, pasando por las talanqueras instaladas en el actual paseo de Begoña. Desde entonces, y con excepción de los años 1915, 1936 a 1940 y 2020, la feria de Begoña se mantuvo de forma ininterrumpida. Pero no fue El Bibio la única plaza fija que tuvo Asturias, una seña diferencial de la que también pueden presumir Oviedo y Llanes. La capital asturiana, por su parte, tuvo su primera plaza portátil, de madera, entre 1875 y 1879 en el barrio del Fresno, hasta que se decidió a levantar el coso de Buenavista en 1889. Importantes figuras del toreo hicieron el paseíllo en ese ruedo que hoy está cubierto de matojos y que, tal como dejó claro ya el alcalde, Alfredo Canteli, no volverá abrir los toriles. “No cabe duda de que, tras el cierre de Buenavista, la afición ovetense aplacó su sed de toros en el magnífico oasis de El Bibio”, relata Javier Prieto, crítico taurino ovetense.

El Bibio, el último bastión taurino de Asturias que termina por caer

El Bibio, el último bastión taurino de Asturias que termina por caer

En el caso de Llanes, al margen de la recepción real, contó con una primera plaza en la Concepción, que el 22 de julio de 1894 inauguró Luis Mazzantini con ganado de Teodoro Valle, de Salamanca. Según se explica en un reportaje sobre el coso publicado por la revista “El Ruedo”, contaba con un ruedo de 43 metros de diámetro, tres corrales, seis chiqueros y un patio de cuadrillas. “Consta de dos pisos, en los que hay tendidos con barreras, contrabarreras y filas de asientos sin numerar; delanteras y asientos de grada y palcos con capacidad para diez personas cada uno”, se añade en el libro “La Tauromaquia”, de Vázquez, Gandullo y López de Saá. Y más tarde, de la mano de un grupo de industriales entre los que se encontraba Eladio Bengoa, se construye una plaza en 1923 en el Rinconín con capacidad para 3.000 personas. En Cué también hay constancia de festejos hasta 1969.

Ribadesella.

También con dinero de particulares, en ese caso la marquesa de Argüelles, se construyó una plaza de madera en Ribadesella, al final de la playa de Santa Marina al pie del Monte Somos durante la segunda década del siglo pasado. Fueron en su mayoría novilladas los festejos celebrados en el lugar, que se prolongaron hasta 1966, última cita en la que se lidiaron reses del ganadero asturiano Manuel San Román. “La organizó para que torease el novillero al que apoderaba, Enrique San Bartolomé”, recuerda Gonzalo Díez, veterinario, presidente de la peña Gijona e historiador sobre la tauromaquia en Asturias.

Álvaro Domecq, en Llanes.

En el caso de Avilés, según su archivo histórico, se daban toros ya a finales del siglo XVII en una plaza y se mantuvieron de forma esporádica, especialmente con motivo de las fiestas de San Agustín, hasta 1968. Fue todo con construcciones portátiles emplazadas en distintas zonas de la ciudad según la época. El barrio de Villalegre o la zona de Las Meanas fueron dos de esas ubicaciones. Toreros como Pepe Cáceres, “Miguelín”, Ángel Teruel o Victoriano Valencia fueron algunos de los espadas que se anunciaron en esos carteles. Esa misma itinerancia por el municipio se experimentó en Mieres, donde los primeros roces con el mundo taurino datan de 1903, realizándose becerradas y novilladas con motivo de las fiestas de San Juan. El solar del mercado de abastos, las Moreras, el Batán o Arroxo fueron algunas de las zonas prevista. La última corrida fue en 1977.

"El Cordobés" y Rivera Ordóñez, en la última corrida celebrada en Oviedo, en 2007.

Más especiales eran los festivales que se organizaban en Candás, aprovechando las bajamares para organizar unos espectáculos en los que se sustituían las orejas por sardinas, como siempre recordaba, cuando se hablaba de Asturias, el maestro Sebastián Palomo Linares. El inicio llegó de la mano de una becerrada cómica en 1924, pero durante tiempo, en el puerto candasín, se dejaron ver toreros anunciados en los carteles como Pedro Martínez “Pedrés”, Miguel Báez “Litri”, Victoriano de la Serna, José Manuel Inchausti “Tinín”, Julio Robles, Jaime Ostos, Roberto Domínguez o el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza. Más especial fue la relación con Candás de Andrés Vázquez, que toreó vestido de marinero, con el pañuelo de las fiestas, y que con el tiempo acabó regalándole un sayo al Cristo al que rezó tras una cogida en Sevilla. Tiene calle en Candás. Con una novillada en la que se anunciaron el gijonés Alejandro Romero y Ricardo Torres, alumno de la escuela de Oviedo, en 1997 se puso fin a la tradición.

Candás.

Ese mismo año del final en Candás, debutaba en lo taurino la villa de Navia con una corrida de rejones en la que participaron el portugués João Moura, Javier Mayoral y los hermanos Luis y Antonio Domecq. Estos últimos fueron los triunfadores, que redondearon éxito lidiando al sexto toro de la tarde, de la ganadería de La Laguna, por colleras.

Por toda la región, además, se fueron organizando, siempre con motivo de las fiestas patronales, distintas becerradas para el divertimento de los vecinos. Tineo, por San Roque, comenzó en 1924 con esta práctica que abandonó en 1996. También en Mieres. “Hubo un gran desarrollo de la mano de la minería, aparecieron muchos aficionados y se instalaron plazas portátiles hasta 1972”, describe Gonzalo Díez. Además, “en los años 50 se celebraron festejos en Pola de Siero, que hasta se hizo un encierro por las calles, en Tineo, en Cangas del Narcea, en Oviñana (Cudillero) y en Teverga. Ahí están los carteles”, añade Díez. “La fiesta estuvo distribuida mucho por toda Asturias, y ahora parece que se acaba”, reflexiona.

Infiesto.

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