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Los comercios afrontan con ilusión el inicio del programa de bonos: “Será un revulsivo”

El estreno de los vales de compra para reflotar los negocios, marcado por la lluvia: “La gente es consciente y apuesta por tiendas a pie de calle”

Luis Díaz, en la puerta de su negocio, junto al cartel del programa de bonos. | MARCOS LEÓN

Un revulsivo para el comercio local. Con esa esperanza arrancaron ayer los 755 negocios que forman parte del programa Bonos Gijón, la última iniciativa municipal para reactivar la economía tras la pandemia. El proyecto divide en tres categorías a los establecimientos que participan. A saber, comercio, hostelería y restauración y negocios de cultura. Ayer, a pesar de la fuerte tormenta matutina que complicó las ventas, la inmensa mayoría de los participantes afrontó con ilusión el plan. “Ha sido una mala mañana para las ventas, pero siempre es bueno apostar por el comercio local”, afirman los tenderos.

El programa de los bonos, que cuenta con una financiación municipal de un millón de euros, plantea dos tipos de bonos. Uno de 5 euros y otro de 20 euros. Aunque ayer, con la tormenta, no fue un día óptimo para las ventas, los clientes pueden gastar los vales hasta el 30 de noviembre y aún pueden adquirirlos hasta el 30 de septiembre. “A ver si, cuando escampe, la cosa se anima algo más”, apunta María Jesús Valdés, que lleva una tienda de complementos en la calle Asturias. Su hermana fue la que registró la tienda en la iniciativa que comanda Gijón Impulsa. “Por ahora no vino nadie, pero todo lo que sea una apuesta por el comercio local nosotras lo vamos a apoyar”, se sincera Valdés.

Valentín Tejero, en su librería. | MARCOS LEÓN

Muchos aficionados a los juegos de mesa y de rol tienen el negocio de Luis Díaz como un referente en la ciudad. Este establecimiento es un pequeño santuario también para aquellos que tienen como hobby las construcciones. La tienda abrió sus puertas en 1977 en la calle Capua. Y lleva desde 1996 en Marqués de Casa Valdés. El negocio está adscrito al programa de los bonos en la sección de comercio. “Nos llamaron por teléfono para plantearnos la idea. Nos pareció interesante”, explica Díaz. Confía en que la iniciativa sirva para que la gente apueste por las tiendas de toda la vida, en vez de los escaparates de las grandes superficies comerciales. “Hay clientes que ya se los han sacado y otros que han preguntado por ello”, revela.

En la sección de cultura encaja a las mil maravillas la librería que regenta Valentín Tejeiro. El librero lleva 15 años detrás del mostrador recomendando tendencias literarias no siempre tan conocidas. Como el resto de sus compañeros, ayer no tuvo la fortuna de que acudiera ningún cliente a gastarse uno de los bonos municipales, pero sabe que aún quedan por delante muchas semanas. “La gente es consecuente y apuesta mucho por el comercio a pie de calle”, asegura.

Manrique Saras, con un teléfono que muestra el programa municipal en su cervecería. | MARCOS LEÓN

Él lo sabe bien, porque, aunque ahora sus ventas se han estabilizados a niveles similares a los de antes de la pandemia, tuvo una muy buena racha de siete meses durante el segundo confinamiento. “Se notó que la gente no podía salir de copas ni tampoco viajar. Así que se retomó la afición por la lectura”, concreta.

Los bonos también se pueden gastar en establecimientos hosteleros, que, junto al comercio de proximidad, experimentó en sus carnes la dureza de las restricciones. Manrique Saras es el dueño de una conocida cervecería en la frontera entre La Arena y el Centro. “En nuestro caso vino una chica a explicarnos cómo funcionaba. Fueron puerta por puerta” explica. “Seguramente no vayamos a hacernos ricos, pero es una buena forma de que la gente se acuerde de nosotros”, zanja el hostelero sobre el programa de bonos.

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