Sidra, azúcar y café. Para abrir boca, uno de los primeros encuentros de las Jornadas de Patrimonio Industrial de Incuna, bajo el título “Patrimonio con gusto y gestión patrimonial”, abordó la cultura de estos tres productos y sus perspectivas de futuro. Sobre la bebida por excelencia en Asturias, Luis Benito García, historiador y director de la cátedra de la sidra en la Universidad de Oviedo, destacó su capacidad de adaptación a los tiempos, una situación que ejemplificó en varios momentos durante trece siglos. “La sidra es un elemento identitario, no hace que recurrir a procesos de autenticidad cultural o ‘revival’ folclórico”, indicó García, que añadió también en la misma línea sobre la sidra que se trata de “una cultura viva, coherente, que siempre se está adaptando”.

En su exposición en las XXIII Jornadas Internacionales de Patrimonio Industrial se refirió a los orígenes de la sidra. “Hacemos referencia a una cultura milenaria. Está documentado que ya se elaboraba sidra desde el siglo VIII, ahí ya se hace referencia al cultivo de manzana y cultivo sidra”, indicó, antes de recalcar otros antecedentes: “Los conocimientos sobre su plantación y elaboración tienen que remontarse más atrás. La semilla de los manzanos de cultivo viajaba con los romanos. También sabemos que han aparecido restos de pólenes y fermentados en los castros. Ahora solo falta que haya dinero para que alguien lo pueda investigar si tiene que ver algo con la manzana y la sidra, y afinar más el origen”.

Luis Benito García hizo especial hincapié en una etapa, que considera que supuso “el salto más cualitativo llegó en el siglo XIX, por un doble proceso” y se centró en el primero de ellos. “La industrialización regional consiguió generar una tremenda demanda. Llegaron hombres jóvenes para trabajar en la minería y la siderurgia, unos sectores laborales hostiles, y tuvieron que asemejar una nueva cultura de forma muy rápida, tuvieron que integrarse en unos circuitos culturales totalmente ajenos por eso se refugiaron en el chigre”, detalló, para a renglón seguido analizar la emigración como segundo punto de expansión. “Los asturianos que se desplazan a América se enfrentaron a una situación de desarraigo, los Centros Asturianos eran una manera de integrarse y reproducir todas las pautas culturales de la comunidad, así como la nostalgia”, subrayó. Esa última etapa fue la que dio origen a la primera adaptación sidrera. “Como es un producto que no estaba filtrado, viajaba mal, y se echaba a perder. Se desarrolló un macrosector, el de las sidras champanizadas y espumosas, fue una industria que nació internacionalizada”, apuntó.

García se refirió también al siglo pasado, al periodo posterior a la Guerra Civil, la última recuperación sidrera. “La manzana se deprecia al cerrarse los mercados con Inglaterra, Suecia o Alemania. Se recupera entonces con el sentimiento regionalista, la incorporación de la mujer y la fijación de las sidrerías como lugares de encuentro”, concluyó.