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Portuarios convierte su sede vecinal en un pasaje del terror para celebrar Halloween

“Se asustaron hasta los adultos”, confiesan los representantes de la asociación tras hacer disfrutar a niños y adultos

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Tarde de miedo en Portuarios Juan Plaza

La directiva de la asociación vecinal de Portuarios se tomó muy en serio este Halloween. Llevaba casi todo este mes preparando una noche terrorífica que se concretó ayer en una detallada casa de los horrores instalada en la propia sede vecinal. Imitando el modelo más habitual de los parques de atracciones, diseñaron con la ayuda de otros vecinos un túnel en penumbra que marcaba el recorrido de los visitantes, y la propia directiva se disfrazó de fantasmas, brujas y siniestros personajes de cabeza para asumir el papel de los actores que salen a asustar al público. “Más de un adulto intentó dar la vuelta a medio camino”, se congratulaba ayer, todavía vestida de esqueleto, Beatriz González, integrante de la directiva desde la vocalía de la mujer. La cita se trajo también al barrio un siniestro cementerio invadiendo el pequeño parque que hay junto al recinto, así como un “photocall” para fotos de familia y un sorteo de calabazas de plástico rellenas de golosinas para los más pequeños.

Explica González que la de ayer buscaba ser una celebración que sirviese como reencuentro oficial de los vecinos. “Cambiamos la directiva en junio, y hemos decidido prestar más atención a este tipo de citas, porque hacen comunidad”, defendió. En pocas semanas, de hecho, esperan ponerse manos a la obra para avisar con tiempo a Papá Noel y garantizar que pueda hacer un hueco en su agenda para visitar a los niños del barrio.

Tras dos o tres semanas de manualidades, la directiva logró un decorado digno de una atracción profesional. En Portuarios ayer había de todo. Estaba el “photocall”, pero también las clásicas calabazas iluminadas –que bordeaban la acera de entrada al edificio–, adornos de fantasmas y calaveras por las paredes y un sinfín de telas de araña por dentro y fuera de la sede. Hasta una vecina se trajo una caja gigante de caramelos que se tiraron después a los más pequeños, como en una cabalgata.

El túnel del terror, principal atractivo de la jornada –el único “error” que lamenta ahora la asociación fue haber empezado a las seis, porque aún era de día y la directiva cree que podría haber dado más sustos al anochecer–, se recorría en penumbra y con un aterrador humo artificial. Dentro, desperdigados por la sede vecinal, la directiva al completo, conformada por cosa de una decena de personas, saltaban de la nada en busca de sustos. A los valientes que lograban llegar al otro lado del túnel sin dar media vuelta, se les daba como premio más golosinas. El sorteo final de las tres calabazas, centrando en los niños y que salió adelante por la ayuda de varios comercios locales, puso el broche final a la jornada. “Vamos a intentar reunir al barrio siempre que podamos. Llevábamos un tiempo bastante inactivos”, adelantó González.

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