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Cabueñes investigará cómo prevenir la metástasis en tumores endocrinos

El servicio de Endocrinología, junto a profesionales de la Politécnica, buscará marcadores genéticos de los carcinomas suprarrenales

Entrada del Hospital de Cabueñes. | Juan Plaza

El Hospital de Cabueñes y la Escuela Politécnica han vuelto a unir esfuerzos para avanzar en la lucha contra el cáncer. En concreto, el equipo ha sido becado para investigar cómo detectar y prever una posible metástasis en carcinomas de corteza suprarrenal, un tumor que afecta a una glándula próxima al riñón. Se trata de un trabajo de investigación multidisciplinar liderado por las doctoras Nuria Valdés y María Dolores Chiara con los servicios de Endocrinología, Urología y Anatomía Patológica del Hospital de Cabueñes, así como el Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA) y dos profesores de la Escuela Politécnica de Gijón: Ignacio Díaz Blanco y José María Enguita. Los cuatro han formado un interesante tándem que se sirve de la inteligencia artificial para cribar grandes cantidades de datos médicos y “traducirlos” con una plataforma con mapas de colores que resaltan patrones patológicos comunes.

Explica Nuria Valdés que el carcinoma de corteza suprarrenal “es una neoplasia maligna poco frecuente” y de “mal pronóstico” por el “desafío” que supone diferenciarlos de adenomas, un tipo de tumores benignos, con diagnósticos de imagen. Los avances en los estudios genéticos ya han servido de ayuda. El proceso de la metilación del ADN, cuando se altera, se ha relacionado con la aparición de tumores malignos. Valdés concreta: “Hemos propuesto recientemente que la cuantificación de la metilación del gen IGF2 sirve como herramienta diagnóstica para evaluar la malignidad de los tumores suprarrenales, aunque no predice el desarrollo de metástasis”. A partir de esta base, y usando datos clínicos públicos, el equipo ha encontrado alteraciones comunes en el epigenoma de los carcinomas que busca estudiar ahora y otros tumores similares. Y ha dado con una alteración genética concreta que puede servirles de guía. “Estudios recientes han puesto de manifiesto que el perfil de expresión genética de los tumores derivados de la corteza suprarrenal se asemeja al de los tumores derivado de la cresta neural”, ahonda Valdés. En estos otros tumores se incluyen los feocromocitomas y los paraganglinomas, que parecen funcionar de forma parecida. “Por tanto, planteamos la hipótesis de, al igual que los feocromocitomas, estas alteraciones pueden tener relevancia clínica como biomarcadores de malignidad”, completa Valdés. Es decir: su equipo va a estudiar si esta alteración sirve para prever el riesgo de metástasis y adaptar el tratamiento.

La importancia de que esta investigación –becada por la Fundación de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (FSEEN)– fructifique Valdés la justifica con datos. Este carcinoma, explica, tiene una incidencia de entre 0,7 y 2 casos por un millón de habitantes, por lo que no suele copar el debate público. Pese a ello, su pronóstico es malo, con tasas de supervivencia en cinco años de entorno al 16 y el 44 por ciento.

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