En el colegio Cervantes descartan el sexismo en la ciencia. Y además, literalmente porque el colegio público de la zona Oeste presentó ayer un juego de mesa llamado “Proyecto STEM”, que busca poner en valor la labor de las mujeres en la ciencia. En total, aparecen representadas 24 investigadoras reales, ocho de ellas asturianas, de las cuales varias ellas pudieron ayer probar en el centro público las bondades de la actividad. El juego, que se distribuirá en el resto de centros escolares de la región, consiste en gestionar una empresa científica que debe ir contratando investigadoras para ir sumando prestigio. “Es muy divertido”, aseguran los estudiantes.

“Este proyecto busca trabajar la igualdad y dar a conocer vocaciones científicas”, explica María Aránzazu Urionabarrenechea Moro, la responsable de los proyectos de innovación e igualdad del colegio Cervantes. La idea surgió el año pasado, después de celebrar la semana de la mujer y la ciencia en la que el centro impulsó diferentes talleres. “Pensábamos que nos faltaba algo y quisimos elaborar el juego. Hemos ido teniendo diferentes pasos y trabajado para obtener financiación”, explica la docente. “Nace de la comunidad educativa del centro y aúna las disciplinas de ciencias, tecnologías, ingeniería y matemáticas”, concreta la profesora sobre una actividad en las que las diferentes clases de la escuela han colaborado en diferentes fases.

En la creación del juego de mesa ha participado también la empresa Desconectando, cuyos responsables estuvieron ayer en la presentación de la actividad. Una actividad que contó con la asistencia del consejero de Ciencia, Innovación y Universidad Borja Sánchez, quien alabó la calidad del proyecto. El juego no solo pone de manifiesto las biografías de las 24 investigadoras que aparecen en las cartas sino también algunos de sus proyectos más importantes. Así se cumple una doble labor, que es la de conocer su día a día así como su trabajo. Irene Espejo, Nadaya Suárez y Aarón Gabarri son tres alumnos de quinto de primaria que ayer probaron en el juego con el resto de sus compañeros. “Es muy divertido, interesante y sirven para aprender”, afirmaron tres jóvenes estudiantes que descartan el sexismo en la ciencia.