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Así es La Pipa, el lagar de Somió que se convirtió en centro de innovación

El espacio ya reúne bajo el mismo techo a siete firmas internacionales y muy diferentes: “Buscamos sinergias”

Jesús Templado trabaja junto a los ingenieros y científicos de datos Lorenzo Amante y Manuel Souto. MARCOS LEÓN

Detrás de ese portón de hierro, que se abre poco a poco, hay mucho más que un chalé de Somió. Hay un edificio robusto, de paredes de piedra y un jardín que remata un hórreo. Primero fue lagar, luego restaurante. Ahora es un “espacio de colaboración e innovación” empresarial. Ni coworking, ni centro de empresas. Lo que hay dentro de esos muros, que están sin lucir aposta, es diferente. Es La Pipa.

En este espacio de colaboración e innovación trabajan, codo con codo –literalmente–, empleados de seis empresas con proyección internacional. Seis compañías ligadas, sobre todo, a las nuevas tecnologías y a la promoción cultural. “El objetivo es que surjan sinergias entre nosotros, colaboraciones que no surgirían en una empresa asentada en una oficina al uso”, explica Jesús Templado González, socio fundador de la compañía Bedrock. Esta empresa fue una de las primeras en asentarse en La Pipa, junto a Mestizo Producciones. La primera se dedica a la ciencia del dato y la inteligencia artificial y acaba de firmar un convenio de colaboración para captar talentos en la Escuela Politécnica de Ingeniería (EPI). La segunda, a la promoción cultural. ¿Que esos sectores no tienen nada en común? Pasen y vean.

Templado, en la cocina de La Pipa. Marcos León

Recibe a las visitas un espacio acogedor, con vigas vistas y un sofá en el que hay una conversación animada. Uno de los que habla es José Luis Quirós, de Mestizo Producciones (galardonada ayer con el Premio Gijón Impulsa a “Mejor Empresa Cultural y Creativa”). Y uno de los impulsores, junto al irlandés Alex Lawton –también socio fundador de Bedrock–, de La Pipa. “Este espacio surgió porque vimos que, en una época como esta, tenemos que afrontar los retos desde distintas perspectivas”, señala. No solo datos, también personas. “Tenemos que darnos cuenta de que hay múltiples soluciones para un único problema. Por eso aquí tienen un espacio común empresas que, “desde fuera, no tienen nada que ver”, indica.

Hay una puerta doble que da paso al espacio de trabajo. Una mesa larga de madera, sillas y ordenadores en fila. Al fondo, un estudio de música. Templado retoma la explicación: “Bedrock provee servicios de consultoría sobre la ciencia del dato y la inteligencia artificial. Diseñamos y desarrollamos soluciones basadas en visualización de datos, analítica avanzada y aprendizaje automático”. Un ejemplo: pueden predecir el número de personas que leerán esta información, en la web de LA NUEVA ESPAÑA, a una hora determinada.

Libros en el centro de innovación. Marcos León

“La ciencia del dato tiene aplicación en todos los sectores”, añade. Por ejemplo, Mestizo Producciones –que, entre otras muchas actividades, organiza el Xixón Sound Festival– puede programar el mejor momento para la venta de localidades en línea, o el horario más indicado para el próximo concierto.

No es tarea fácil. Así que el perfil de trabajadores de Bedrock es multidisciplinar, pero muy técnico. Matemáticas, ingeniería de telecomunicaciones, ingeniería informática, científicos de datos. “Acabamos de firmar un convenio con la EPI (Escuela Politécnica de Ingeniería), aprovechando la puesta en marcha del grado en Ciencia e Ingeniería de Datos”, apunta Templado. A lo largo de este curso, al menos cinco estudiantes de la Universidad de Oviedo trabajarán en La Pipa. “Nuestro objetivo es incrementar la alianza a medida avance del grado de Datos, aunque también demandamos otros perfiles de la Escuela Politécnica”, matiza el socio fundador de Bedrock. Entre otras, también tienen sede en La Pipa las empresas internacionales PrivacyCloud, TeamEQ y Mind.

La visita sigue a otra sala, la más iluminada, en la que trabaja el ingeniero Imanol Goicoechea frente a un portátil. Hay otra sala de pruebas de robótica y una cocina inmensa. “El objetivo era crear un lugar de trabajo único que sirva como imán del talento. Pero también que, cuando venga a vernos cualquier persona del ámbito de negocios, tenga una experiencia interesante”, dice. Desde luego, misión cumplida. Antes de despedirse, las visitas pasan por delante de una barra. La conservaron del antiguo restaurante: “¿Queréis un café?”, se despide Jesús Templado González.

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