La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El colegio gijonés del derrumbe, un inmueble con 132 años de historia como centro educativo

El edificio, de 1890, nació como Escuela de Comercio y fue adquirido por las Hermanas de la Caridad en 1916 para trasladar el colegio que tenían en La Arena

El edificio, a principios del siglo XX.

El escenario del fatal accidente laboral que ayer acabó con la vida de dos obreros en Gijón es un inmueble con 132 años ligado a la educación en el centro de la ciudad, primero como Escuela de Comercio y posteriormente como colegio regido por la Congregación de las Hermanas de la Caridad, que han dado su nombre a la calle en la que se encuentra el edificio, que hace esquina con la calle Ezcurdia. Construido en 1890 según los datos del catastro, fue adquirido en 1916 por las Hermanas de la Caridad, que acabaron trasladando al mismo su residencia y el Colegio San Vicente de Paúl, que habían fundado en 1892 en un edificio situado a varias manzanas de distancia, en el número 74 de la calle Ezcurdia, en el barrio de La Arena.

Desde su adquisición y hasta 1932, el edificio fue ampliado con sótano y tres plantas, amplios ventanales, un patio interior y otro con jardines a la calle Caridad. La obra final es un trabajo del arquitecto Miguel García de la Cruz que en 1930 diseñó aquí una de sus ultimas obras, en un periodo en el que intenta adaptar su arquitectura a las nuevas corrientes imperante, el racionalismo y el art-decó. Si bien la influencia de estos dos estilos es claramente perceptible la composición general del edificio mantiene modelos anteriores, de corte ecléctico o regionalista, según se recoge en el Catálogo Urbanístico del Ayuntamiento de Gijón.

Una antigua promoción de alumnas.

La iglesia, con acceso desde la calle Caridad, fue construida según proyecto del año 1957 del arquitecto Juan Manuel del Busto, con una contundente solución de su fachada de ladrillo, se indica en el Catálogo. Hace unos años, con motivo de un aniversario, la exalumna Begoña González recordaba los orígenes del colegio, explicando que, en sus orígenes, la Congregación de las Hermanas de la Caridad regía desde el año 1830 el Hospicio de Oviedo. “En 1890 adquirieron un inmueble en la calle Ezcurdia 74, donde venían los niños huérfanos en los meses de verano para mejorar su salud en la playa de San Lorenzo”, dijo. A aquel local pronto empezaron a acudir numerosos niños del barrio de La Arena, acuciados por la pobreza extendida en la época y las necesidades de una infancia en su mayor parte sin escolarizar, deseosos de compartir con los huérfanos juegos y aprendizaje.

Las monjas acogieron entre sus muros a todos aquellos pequeños, dando lugar al Colegio de San Vicente, que en septiembre de 1892 comenzó a impartir educación elemental en un barrio urbano pero que aún en aquella época era marinero y campesino, con una buena carga de miserias.

Sor Inés García, exdirectora del centro, en el balcón que ayer se derrumbó, en la década de los noventa.

Durante los primeros años de la Guerra Civil, en agosto de 1937, el edificio fue “nacionalizado” por la Asociación de Trabajadores de la Enseñanza de Asturias (Atea) y pasó a ser el la escuela y el orfanato Alfredo Coto para hijos de republicanos, según documentación del Archivo Municipal de Gijón. Según algunas fuentes también se usó como hospital, faceta esta última con la que continuó cuando los nacionales lo devolvieron a manos religiosas en 1938, reanudándose además las clases como Colegio San Vicente Paúl con 100 alumnas, al mismo tiempo que se siguieron atendiendo 175 camas de heridos. No faltaron los cursos de enfermeras auxiliares a las niñas, para cumplir con la doble función de formación y cuidado. En 1939 fue reconocido por el ministerio de Educación como Colegio de Enseñanza Media, y en 1996 se autorizó definitivamente el funcionamiento como Centro privado concertado de Educación Secundaria Obligatoria.

Alumnos en el patio.

En 2011, la comunidad religiosa dejó la gestión del centro en manos de la Fundación Católica Educere, perteneciente a Fere Ceca ( Federación de Religiosos de la Enseñanza), sin modificarse ni el espíritu ni la identidad que siempre imprimieron las religiosas. Desde hace dos años ya no residen religiosas en las viviendas de la última planta, contiguas a las aulas sobre las que se desplomó el forjado.

Compartir el artículo

stats