Una gijonesa, vecina del barrio de Pumarín y de 47 años, se sentará próximamente en el banquillo de los acusados para responder por un delito de estafa con la agravante de abuso de confianza. Esta mujer, con antecedentes, aprovechó que su compañero sentimental se encontraba cumpliendo prisión en el Centro Penitenciario de Asturias, para sacar dinero de su cuenta bancaria.
Las sospechas del afectado, que presentó denuncia contra ella, comenzaron cuando sus ahorros menguaban. Había retiradas de dinero periódicas, con cantidades de 300, 100 o 50 euros. Todas esas labores se realizaban a través del cajero, utilizando la cartilla y el código pin que esta mujer conocía dado el vínculo personal. El hombre denunció los hechos y ella fue detenida, negando cualquier responsabilidad y culpando de lo ocurrido al hijo de su pareja.
La investigación posterior, que solo pudo confirmar la desaparición de 1.800 euros –el afectado elevaba esa cifra a casi 3.000 euros–, permitió constatar que el hijo del afectado desconocía el número pin, puesto que no fue hasta que comenzó a desaparecer el dinero cuando el denunciante hizo un poder en favor de su hijo para que tuviera acceso y controlase la cuenta. Su pareja es la única acusada y se enfrenta ahora a una condena de dos años de cárcel.
