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El “novio robot”, presentado en Gijón: “Las máquinas podrán replicar las emociones”

Los ponentes de unas jornadas sobre inteligencia artificial de la Universidad ahondan sobre los androides: “No nos sustituirán”

Idoia Salazar, durante su ponencia en las jornadas. Abajo, la robot humanoide Sophia. | | JUAN PLAZA

Solteros y solteras del mundo que buscan pareja: que no cunda el pánico. En unos años, podría ser más fácil encontrar a la “media naranja”. Aunque quizás Cupido apunte a un robot. Expertos nacionales afirmaron ayer en Gijón, durante las IV Jornadas de Ingeniería y Filosofía de la Universidad de Oviedo, que las máquinas serán capaces de replicar “a la perfección” los sentimientos y emociones de la raza humana. También desarrollarán –ya han empezado a hacerlo– con precisión comportamientos cerebrales hasta ahora únicos en el ser humano, como la creatividad.

El “novio robot”, presentado en Gijón: “Las máquinas podrán replicar las emociones”

¿Es para echarse a temblar? Afirma la cofundadora y presidenta del Observatorio Social e Impacto Ético de la Inteligencia Artificial (OdiseIA), Idoia Salazar –ponente ayer en las jornadas–, que el secreto está en “ver a los robots desde la colaboración y no desde la sustitución”. De hecho, actualmente, “esta colaboración ya se está dando en sectores como el sanitario y en otros más ligados a la creatividad, como el periodismo”. “Las dudas que nos generan los robots, y que no nos generaron otros avances como internet o los teléfonos móviles, están ligadas al consumo de ciencia ficción”, señala Salazar. Robots malignos listos para matar, como “Robocop”.

Si están preparados para la guerra, también pueden prepararse para el amor. Ocurría en la película “Her”, cuando un hombre solitario se enamoraba de su asistente personal. “Si tenemos en cuenta que las emociones son reacciones químicas del cerebro, pueden replicarse en las máquinas”, señala la presidenta de “OdiseIA”. El “subidón” de la adrenalina por el miedo, la “vida en rosa” de la serotonina cuando llega el amor. Parece ciencia ficción, pero algunos robots humanoides ya consiguen una réplica casi perfecta de las emociones. Buen ejemplo es la robot Sophia, desarrollada por Hanson Robotics. Fue creada para adaptarse al comportamiento humano y ha concedido entrevistas en todo el mundo. Pero que un robot pueda sonreír, no significa que sienta alegría.

Turno para la filosofía. Explicó ayer Jordi Vallverdú, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona y experto en roboética, que “en el campo de las emociones en la Inteligencia Artificial, aún queda mucho por hacer”. Lo primero, responder a los grandes enigmas de la humanidad: “¿Somos seres racionales? ¿Qué guía a los seres humanos?”, cuestionó Vallverdú. Solo indagando en las emociones humanas, conociéndolas bien, será posible que un robot alcance la capacidad de sentir. Apuntó que, si bien se han producido grandes desarrollos en otros ámbitos, queda mucho por hacer en el campo sexual-afectivo.

Aún así, las máquinas ya tienen su público. El holograma de la famosa cantante virtual de Vocaloid, Hatsune Miku, se ha casado con 3.000 japoneses. Su primer esposo, Akihijo Kondo, hablaba maravillas de ella: “Solo me dedica buenas palabras, es muy cariñosa”. Una actualización del sistema terminó con su relación hace unos meses. Tampoco los robots prometen un “para siempre”.

La Escuela Politécnica de Ingeniería recibe tres nuevos sellos de calidad europeos

La Escuela Politécnica de Ingeniería (EPI) de Gijón ha recibido nuevos sellos europeos de calidad para tres de sus grados: grado en Ingeniería Eléctrica, con especialidad en renovables (sello EURACE), grado en Ingeniería en Tecnologías y Servicios de Telecomunicación (sello EURACE) y el grado en Ingeniería Informática en Tecnologías de la Información (sello EURO-Inf). La escuela ya contaba con esta distinción en su master de informática. “Estos sellos garantizan que los programas de estudios de ingeniería, profesorado, laboratorios, formación y salidas profesionales cumplen con los estándares de calidad y con la adecuación a las necesidades de los sectores profesionales a nivel europeo, estipuladas por la European Network for the Accreditation of Engineering Education en el caso EUR-ACE y European Quality Assurance Network for Informatics Education en el caso EURO-Inf”, explicaron desde la EPI. Estas acreditaciones están consideradas, añadieron, “como las más prestigiosas que un título de ingeniería puede recibir en Europa”. Forman parte del programa Sello Internacional de Calidad (SIC) de la ANECA donde, de forma voluntaria, las titulaciones pueden solicitar una evaluación para conseguir su reconocimiento internacional. La Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón tiene desde 2020, como centro en conjunto, la certificación de la implantación del programa AUDIT de la ANECA y la Acreditación Institucional aprobada por el Consejo deUniversidades. Fue el primer centro asturiano que lo consiguió.

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