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Lucía Viñuela Salas, saludando a los niños Tomás Casielles y Candela Fernández, con Elisa Díaz-Caneja, directora del colegio La Asunción, ayer, tras descubrir la nueva placa de Margarita Salas en el salón de actos.Ángel González

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Margarita Salas, eterna en el colegio La Asunción

El centro homenajea a su “alumna más ilustre” dando su nombre al salón de actos | “Le hubiese encantado”, afirma la hija de la científica

El salón de actos del colegio La Asunción lleva desde ayer el nombre de la reputada científica Margarita Salas, la antigua alumna “más ilustre” del centro gijonés, según contaron ayer los propios alumnos. El centro desveló la nueva placa junto al salón en presencia de Lucía Viñuela Salas, hija de la homenajeada, en un emotivo acto al que acudió gran parte de la comunidad educativa, que lleva toda la última semana aprendiendo en clase la historia de la bioquímica, en el marco de la Semana de la Mujer y la Niña en la Ciencia. “Es un honor, a mi madre le hubiese encantado poder ver esto”, agradeció la hija, que aprovechó la cita para pedir el apoyo del colegio en las labores que pronto empezará a poner en marcha con la recién nacida Fundación Margarita Salas.

Explicó Elisa Díaz-Caneja, la directora del colegio, que el centro llevaba dándole vueltas a cómo homenajear a la asturiana desde hacía tiempo, pero que cuando decidieron organizar la placa y rebautizar el salón de actos el estallido de la pandemia obligó a aplazar hasta ahora el acto oficial. “Los valores que ella defendía son los que buscamos en el colegio: la sencillez, la generosidad, el trabajo bien hecho. Nos consta que sentía mucho amor por este colegio y, aunque ya habíamos hecho una mesa redonda con sus amigas de la época, no nos parecía suficiente”, razonó.

En el marco del homenaje, de hecho, y aprovechando la Semana de la Ciencia, el centro desplegó una batería de proyectos sobre la científica en los niveles de entre primero de ESO y primero de Bachillerato. Y, aprovechando la visita de la hija de Salas, representantes de todos los grupos salieron al escenario del recién rebautizado salón de actos para exponer lo que realizaron. Los más pequeños hicieron manualidades relacionadas con la ciencia y cartulinas sencillas con los hitos más importantes de la vida de Salas. Los más mayores, por su parte, elaboraron complejas biografías de la científica contextualizándolas en la historia contemporánea, así como juegos interactivos con preguntas sobre la científica y hasta una revista monográfica sobre su vida.

El homenaje contó también con la presencia de un nutrido grupo de las que habían sido compañeras de clase de la científica, entre ellas, Paz Fernández Felgueroso, exalcaldesa de Gijón, y la religiosa Asunción Quirós. “Margarita fue una alumna muy tímida y muy callada, salvo en el último curso, que es cuando empezó a desmelenarse. Pero muy poco, siempre fue muy discreta. A ninguno nos sorprendió que acabase teniendo tanto éxito porque desde el principio se sabía que como estudiante era brillante”, aseguró esta última. Este grupo de compañeras, que sigue unido aún a día de hoy, mantuvieron el contacto con Salas en todo momento, y por eso ayer Viñuela se emocionó cuando se dirigió hacia a ellas para agradecerles su presencia. “Sabéis que a mi madre le hubiese encantado veros aquí”, les recordó.

Contó la hija de la científica que Salas se crio en un entorno propicio para poder prosperar en su carrera sin verse frenada por los estereotipos de género que aún hoy en día parecen apartar a las mujeres de las profesiones relacionadas con la ciencia. “Sus padres nunca la discriminaron a ella ni a su hermana respecto a su hermano. Tuvieron claro que todos tenían que educarse”, explicó. Por eso Salas se decantó pronto por las ciencias, pero le atraían tanto la química con la medicina, quizás porque su padre era médico.

Al final, relató la hija, Salas se fue a Madrid para las pruebas de acceso y se decantó por la química. “Se ve que eligió bien, porque le fascinó desde el principio. Le encantaba pasar tiempo en el laboratorio”, señaló Viñuela. El gran punto de inflexión de su vida, sin embargo, fue conocer a Severo Ochoa cuando ella estaba aún en el tercer curso de la licenciatura. Hasta entonces, Salas había creído que se especializaría en la química orgánica, pero el científico le envió un libro de bioquímica desde Nueva York, y descubrió su verdadera vocación. Fue también Ochoa quien le recomendó hacer la tesis doctoral en Madrid y luego irse con él a Nueva York. Para entonces, Salas ya había conocido a quien sería su marido, Eduardo Viñuela, y ambos recalaron en la ciudad estadounidense que marcó el inicio de una trayectoria que ya es historia. “Con la fundación precisamente lo que buscaremos será dar a conocer más su legado, así que me alegra saber que su colegio podrá acompañarnos”, agradeció Viñuela.

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