Hay dos paredones de fusilados en Gijón. Uno en el cementerio de El Sucu en Ceares y otro en el cementerio de Jove. El monumento de Jove se inauguró el domingo 14 de agosto de 1938 a las seis de la tarde, justo dos años más tarde de que muchos de los detenidos en la iglesia de San José fuesen fusilados en Jove. La iglesia había servido en agosto de 1936 de cárcel para presos “nacionales”. El 14 de agosto de 1936 la aviación alemana, la Legión Condor, aliada de Franco, bombardeó Gijón y una muchedumbre indignada sacó a un centenar de los presos de la iglesia.
Hablamos de la antigua iglesia de San José, la que se encontraba en la actual plaza de El Humedal. De hecho, el nombre posterior de “plaza de Los Mártires de la Tradición” hace mención a esos presos que, tras su reclusión, fueron fusilados en una tapia del cementerio de Jove.
El alcalde Paulino Vigón presidió el acto del 14 de agosto de 1938 acompañado por autoridades civiles, militares y religiosas, como, por ejemplo, el párroco de Jove. Podemos ver el paredón en el cementerio de Jove con los nombres y apellidos de los fusilados que se evalúan en aquellos días en 116 personas aunque en el paredón aparecen cincelados solamente sesenta y cuatro nombres. Entre ellos están los de varios religiosos, franciscanos capuchinos del convento de Los Campos, que fueron beatificados posteriormente, en el año 2013.
El monumento está compuesto por veinte bloques de piedra con una cruz y los nombres grabados. Mide seis metros de largo y otros tres metros de alto. Se encuentra en el interior del cementerio de Jove, en su lateral derecho y está presidido por la leyenda “Fusilados en este lugar el día 14 de agosto de 1936”.
Se calcula que más de tres mil gijoneses fueron fusilados en el otro paredón, en el cementerio de Ceares, muy cerca de las cuatro fosas comunes donde se encuentran los restos de los fusilados y fusiladas. El Ayuntamiento, en 1938 y 1939, tenía contratado personal cuya misión era estar en El Sucu a las seis de la mañana para proceder al enterramiento de los fusilados cada día y también de los “paseados”, es decir, los fusilados que no habían pasado por los tribunales militares. Los fusilamientos fueron en El Sucu pero también en el cerro de Santa Catalina, la Campa de Torres y El Rinconín, y otras zonas de Gijón. No sólo hubo fusilamientos frente a paredones en diversos lugares del concejo. Aunque parezca de época muy pretérita en Gijón, algunas sentencias no se cumplieron por fusilamiento, sino por garrote vil en la cárcel de El Coto.
Todavía se distinguen en el paredón de El Sucu marcas de disparos. El 14 de abril de 1991, el Ateneo Obrero de Gijón realizó un acto de homenaje colocando una corona de laurel en el paredón, un paredón que entonces no tenía ninguna placa conmemorativa.
Las primeras placas en El Sucu fueron colocadas también un 14 de abril, pero de 1993. Ese día colocaron sus placas el Ayuntamiento, los Militares Excombatientes de la II República (AMER), la Asociación de Viudas de la Guerra Civil “Rosario de Acuña” y el Ateneo Obrero de Gijón. Fueron las cuatro primeras, pero con el paso de los años vinieron, hasta la actualidad, muchas más. Placas de colectivos políticos, republicanos, culturales, masónicos y familias particulares que llenaron el paredón de El Sucu durante estos últimos treinta años.