Entrevista | Dulce Solar Sánchez Jefa de Neurología de Cabueñes, se jubila

“La atención primaria era nuestra joya, pero falta dinero”

“Las listas de espera que tenemos ahora no se vieron nunca; la demanda ha crecido de manera inusitada tras la pandemia”

Dulce Solar, en el Hospital de Cabueñes.

Dulce Solar, en el Hospital de Cabueñes. / JUAN PLAZA

Dulce Solar Sánchez (Gijón, 1957), conocida por todos sus allegados como Miriam, colgó la bata blanca ayer, día de su 65.º cumpleaños. La hasta ahora jefa de Neurología del Hospital Universitario de Cabueñes dice adiós a más de dos décadas en el centro apenas unos meses después de la marcha, también por jubilación, del reputado Dionisio Fernández Uría, aunque se va con la tranquilidad de legar el servicio a Roberto Flórez, su mano derecha.

–Llevaba en Cabueñes más de 20 años.

–En esta última racha, desde marzo de 2001. Antes había estado ocho años en Mieres y, antes de eso, en Gijón otros tres años. Como jefa llevaba desde 2009. Para mí Cabueñes es mi casa, yo presumo mucho de ser gijonesa.

–¿Cómo era el hospital entonces?

–En cuanto al servicio de Neurología, ha ido creciendo. De aquella habría unos diez neurólogos, y ahora somos quince. Un poco antes de iniciar yo la jefatura se construyó la Unidad de Ictus, y su puesta en marcha ya me tocó como jefa. El Código Ictus en Asturias potenció mucho esta especialidad. Yo, como jefa, de las primeras cosas que hice fue pedir la acreditación docente para poder tener residentes, y eso se logró como en 2012. También me alegró mucho poner en marcha la unidad de esclerosis múltiple, que me costó mucho trabajo, y organizar el curso nacional para residentes de la enfermedad. ¿Qué me dejo pendiente? Pues el tratamiento no vascular del ictus. Casi lo logro, pero tendrán que pelearlo los que se quedan.

–Habla de la técnica para extraer trombos que ya tiene el HUCA.

–Esa misma. Había predisposición por parte de la consejería para hacerlo posible, pero hubo problemas. Suele haber problemas, y esto no quiero que suene mal, con el HUCA. No hay mala relación con los profesionales, no es eso, pero se mantiene cierta necesidad de potenciar siempre al HUCA desde que se creó. Cualquier profesional de Cabueñes sabe de lo que hablo y sabe que no lo digo con mala intención. En este caso se nos dijo que la cosa se retrasaba por lo del hospital nuevo, y yo es que ya sabía que no iba a ver esas obras en activo (ríe). Eso sí, el gerente me ha dicho que cuando pongan la primera piedra me va a invitar a verlo.

–Las obras deberían empezar este verano.

–A ver si se logra. Yo es que soy muy de Gijón, mi hijo nació aquí y mis ancestros nacieron aquí, así que quiero que el hospital funcione. Es mi hospital. Pero queda en buenas manos. Las nuevas generaciones están muy bien preparadas, son gente muy trabajadora. ¿Qué nos van a echar de menos un tiempo? Pues seguro, pero la gente que se queda lo vale. Y si les pasa algo que me llamen, que la exjefa tira para allí a pegar un grito a quien haga falta.

–¿Qué cosas mejoraría del servicio?

–Yo diría que falta una consulta un poco más curiosa de cefaleas. Una compañera que se llama como yo, Miriam Álvarez, sabe mucho de este tema y creo que es la persona ideal para potenciarla.

–Se marcha en un momento difícil. ¿Cómo impactó la pandemia?

–La demanda ha crecido de una manera inusitada y desmedida. Las listas de espera que tenemos ahora no las tuvimos nunca. Y no solo por la pandemia. En atención primaria no hay personal y no se sustituye a la gente, así que crecen las consultas a la atención especializada. La atención primaria era la joya de la medicina asturiana, lo fue, y si no la recuperan todo lo demás va a fallar. Para eso se necesita una cosa: dinero. Necesitan personal, fidelizar a la gente para que se quede y tenga ganas de hacer bien las cosas. Y se necesita gente joven. Los demás ya hemos trabajado lo nuestro.

–¿Planes de jubilación?

–Muchos. Mi marido y yo hemos viajado mucho y lo seguiremos haciendo. Y somos los dos mucho de leer, de salir, de hablar. Siempre hemos tenido mucha vida más allá del trabajo. Él ya está jubilado. Yo personalmente tendré más tiempo para leer, soy muy aficionada. En casa tenemos una habitación que es solo para libros. Otro plan que estaría bien es que mi hijo encuentre un trabajo decente, no sé (ríe). Por pedir... Él también es un lector voraz y le gusta mucho escribir. En pandemia nos vimos con tantos libros, algunos repetidos, que nos dedicamos a dejarlos por ahí en los parques para que los cogiese la gente. Ahora podré dedicarles más tiempo.

–¿Ya se ha podido despedir de los compañeros?

–Sí, porque llevo un tiempo de baja por una operación y no pude volver a trabajar, así que hace unas semanas hicimos la despedida oficial en un hotel. Lo montaron muy bien, la verdad, porque lo ambientaron con temática de Harry Potter.

–¿Harry Potter?

–A ver, es que para mí cuando conozco a alguien es muy importante que ese alguien haya leído “El señor de los anillos” o la saga de Harry Potter. En casa, en la habitación de los libros, tenemos sección Tolkien, sección Roald Dahl y sección Harry Potter. Y en la despedida pues lo ambientaron así. A mí me tocó la mesa de Gryffindor. Desde que tengo residentes, todos los años por Reyes les regalaba un libro. Era mi forma de decir: bueno, al menos un libro al año se van a leer. No era obligatorio leerlo, pero en verdad casi sí que lo era. Hay mucho escritor y mucho lector en este mundo de los neurólogos.

–¿Y eso?

–No sé, somos especiales. Yo siempre dije que no se puede leer solo de medicina. Y la de los neurólogos a veces siento que es una especialidad de letras. Somos de ciencias, obviamente, pero hay mucho lector y quizás sea porque al tratar lo que tratamos tenemos una sensibilidad un poco distinta, diferente.

–¿Le da pena retirarse?

–Yo quiero dejar sitio a los jóvenes. Tanto Dionisio como yo podíamos haber prorrogado, y si hubiese habido una necesidad perentoria para hacerlo lo habríamos hecho. Por con estas cosas nunca sabes cuando parar, al final siempre van a quedar cosas por hacer y tareas pendientes y parece que nunca llega el momento. Yo ahora ya solo quiero ser usuaria de la sanidad.

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