El impulso que quiere dar el Ministerio para la Transición Ecológica a la tramitación administrativa de la regasificadora de El Musel, para que el papeleo esté finiquitado antes de que concluya el año, no se traducirá en una puesta en servicio inmediata de la instalación. Al menos eso es lo que prevé la Autoridad Portuaria de Gijón, que cuenta conque la regasificadora no entre en servicio hasta el año 2024.
La planta acabó de construirse en 2012, pero quedó hibernada y además Enagás se vio en la obligación de repetir toda la tramitación tras una sentencia de 2013 que declaró nula la autorización administrativa de la planta. Lo que ahora plantea es abrir la instalación sólo con fines logísticos, para almacenar gas natural licuado en sus dos tanques –que suman 300.000 m3 de capacidad– para su envío posterior a otros países.
La autorización administrativa por parte de Transición Ecológica se estima que será inminente, después de que no haya puesto reparos a la misma la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). En lo que queda de año se quiere también lograr que la instalación obtenga el acta de puesta en servicio, previo informe vinculante de la CNMC sobre la retribución que cobrará la instalación con cargo al sistema gasista mientras tiene ese uso exclusivamente logístico, sin regasificar gas para bombearlo a la red nacional de gasoductos.
La previsión del Puerto es que en 2023 la regasificadora no genere tráficos en El Musel y que empiece a operar en 2024 con unos tráficos estimados en 1,7 millones de toneladas, equivalentes a 3,95 millones de metros cúbicos, volumen que podrían transportar con holgura 15 de los barcos metaneros de mayores dimensiones que puede recibir el atraque de la regasificadora (metaneros de 266.000 m3). Para 2025, la previsión es que el tráfico de la instalación alcance los 1,9 millones de toneladas, equivalentes a 4,42 millones de m3 que podrían transportar con holgura 17 de esos metaneros.
