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Adiós a Julio Terán, empresario "tenaz, constante y cariñoso"

Nacido en La Felguera, llegó a Gijón con 12 años junto a sus padres y su hermano para echar raíces: "Le apasionaban la naturaleza y la fotografía"

Julio Terán Arroyo. | Juan Plaza

El empresario Julio Terán Arroyo (La Felguera, 1947) falleció ayer en Gijón a los 75 años. "Era un hombre tenaz, constante y cariñoso". Así lo recuerda su hermano, Ángel Terán, con el que compartió innumerables anécdotas y al que siempre le unió un fuerte vínculo afectivo por la escasa diferencia de edad, de dos años. Ingeniero industrial de profesión, aunque nunca llegó a ejercer de ello, fue un gran amante de la naturaleza y de la fotografía: "Le apasionaban". Siempre compaginó de la mejor forma sus aficiones con la vida profesional, vinculada en su mayor parte al mundo de la construcción. Tras su jubilación, en 2012, se centró más en sus hobbies, entre los que también figuraba el golf, e incluso llegó a publicar dos libros sobre la fauna y flora gijonesa: "Desde otro punto de vista. Aves silvestres del parque Isabel la Católica" (2018) y "Gijón, entre la campiña y el mar" (2020). Según explica su hermano, Terán estaba preparando un tercero basado en los parques y jardines de la ciudad: "Gestionaremos que su publicación se haga a título póstumo". De su matrimonio con Delia Esperanza López, en 1971, nació su único hijo, Diego Terán, que recuerda a su padre como "un hombre extrovertido y con una gran fuerza de voluntad".

A pesar de haber nacido en La Felguera, Julio Terán adoptó Gijón como "su ciudad de referencia" desde su llegada, según explica su hermano. Junto a sus padres llegaron a la Villa de Jovellanos en 1959 para echar raíces. Por entonces, el mayor de los Terán tenía doce años. Si bien los años previos a su llegada a Gijón los pasó como interno en el colegio Loyola de Oviedo, su etapa de estudios secundarios la cursó en el instituto Jovellanos. Fue al finalizar esa etapa cuando hizo la mili de voluntario en el cuartel de Simancas y comenzó sus estudios en Ingeniería Industrial por la Universidad de Oviedo, profesión que nunca llegó a ejercer.

Terán comenzó su vida profesional en la empresa familiar, junto a su padre, que era albañil. Años más tarde pasó por varias compañías: primero trabajó para la naviera Alvargonzález y posteriormente llegó a ser director comercial de "Ingersoll", una empresa de seguridad. De esta última etapa logró la experiencia necesaria para fundar su propio negocio de seguridad junto a su hermano, a finales de la década de los setenta. Tras esa etapa viró su trayectoria hacia el mundo de la construcción, elevando varias promociones de viviendas en Gijón y llegando a formar parte de Asprocon.

Celebración de la palabra

Sus viajes por prácticamente todo el territorio nacional por motivos laborales le sirvieron además para ahondar más en su pasión por la naturaleza, la fotografía y el golf. Aficiones que nunca dejó de lado. "Su ilusión era que se enseñara Gijón en los colegios", destaca su hermano, quien destaca de su faceta profesional que "era un empresario de raza". En el apartado personal, en las distancias cortas, tanto su hermano como su hijo lo recuerdan como "un buen paisano". "Era una de esas personas de las que merecía la pena ser su amigo", alaba su hermano pequeño. En la misma línea, su hijo Diego Terán menciona la familiaridad de su padre, quien tenía devoción por su nieta Julia, de seis años: "Le encantaba pasar tiempo con su familia y amigos". Los restos mortales de Terán reposan en el tanatorio de Cabueñes. A la una de la tarde de hoy será la celebración de la palabra.

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