Hasta doce escolares del colegio Santo Ángel recurrieron ayer por primera vez al taxi como nuevo medio de transporte. Sus familias, todas ellas de la zona Oeste, en estrecha colaboración con el centro escolar, se han visto obligadas a contratar este servicio de forma provisional ante la ruptura unilateral del contrato del servicio de autobús, proporcionado por la empresa Autos Josa, por falta de rentabilidad. Una medida que se mantendrá en el tiempo hasta que los padres encuentren otra compañía de transporte escolar que se haga cargo del traslado de los jóvenes estudiantes.
Tatiana Álvarez es la monitora que coordina la entrada y salida de los alumnos que ahora llegan al colegio en taxi. "Los espero en la puerta para acompañarles a clase y guardarles las sillitas que traen para el coche", explicaba ayer en el Campo Valdés, mientras esperaba en una zona segura a que los estudiantes se subieran a uno de los taxis. Una medida que parece agradar a los pequeños. "Ahora tenemos menos paradas y llegamos antes a casa, así que es mejor que el autobús", comenta Cristina, de 8 años, una de las alumnas afectadas por la situación del transporte. Una opinión que compartía sobre el asfalto –y escoltados por la monitora para evitar incidentes con el tráfico rodado– su compañera Daniela, también de 8 años: "Es más rápido y vamos directos, me gusta más".
Son las propias familias las que se han coordinado con el servicio de taxis para el trasladado de los escolares –con edades entre los 4 y los 9 años– hasta el domicilio. Según explica uno de los taxistas, Jonathan Santoveña, el servicio se paga en una cuenta de la cooperativa cada mes. Lo que en términos económicos, según la dirección del centro, "es algo más rentable que el autobús". Faustino Roque, de Radio Taxi Villa de Jovellanos, comparte esta visión: "Sale a unos dos euros por viaje y niño".
El modus operandi es sencillo. Los taxistas acuerdan varias paradas con las familias de los niños a los que trasladan, donde les recogen por la mañana antes de entrar al colegio y donde luego les llevan una vez finalizadas las clases. En todo ese trayecto, los menores no van acompañados por la monitora del centro, pero sí les espera tanto a la hora de la entrada como posteriormente a la salida. "Desde el centro, lo que proporcionamos es el servicio de la coordinadora y el espacio para dejar las sillitas de coche que algunos traen consigo para poder ir en el taxi", comenta Sara García, nueva directora del colegio Santo Ángel.
Una vez suena el timbre que marque el fin de las clases diarias, es la coordinadora del servicio, Tatiana Álvarez, la que se encarga de quedar con los alumnos en un punto concreto de las instalaciones del centro educativo para esperar con ellos la llegada de los taxis. Ayer, los niños aguardaron su turno en el hall del centro educativo mientras que el resto de estudiantes iban abandonando el recinto. Ya con un tránsito más bajo y menores aglomeraciones a la puerta, Álvarez indicó la salida en fila de los alumnos hasta el exterior para que fueran subiendo, uno a uno, desde una zona segura de la calzada. Siete alumnos montaron en un taxi de ocho plazas en dirección a las paradas estipuladas en una zona comprendida entre Cuatro Caminos y El Cerillero. Otros cinco hicieron lo propio más tarde para ir hacia El Natahoyo y La Calzada.
Se trata de una nueva situación gestada durante la última semana debido al anuncio de Autos Josa, por el que canceló el servicio de autobús acordado al asegurar que no era rentable económicamente para ellos. El centro educativo ha estado de parte de las familias en todo momento mostrándoles su apoyo y ayuda para llevar a cabo una alternativa, las del servicio de taxi, que se prolongará hasta que los familiares encuentren una solución de carácter definitivo para el transporte de sus hijos.