Las varitas llenan de magia el colegio Xove

La clase de quinto de Primaria se fija en la saga de Harry Potter para fomentar el trabajo en equipo y evitar el absentismo: "Motiva mucho"

Pablo Palomo

Pablo Palomo

No hay clases de transformaciones, de pociones ni de defensa contra las artes oscuras, pero el aula de quinto de Primaria del colegio de Xove es lo más parecido a Hogwarts, la escuela de la saga Harry Potter, que hay ahora mismo en la ciudad. Y eso es porque Puri Simón, la profesora de este curso, se ha sacado de la chistera un ingenioso proyecto basado en el personaje literario creado por la autora J. K. Rowling para motivar a sus estudiantes, fomentar la lectura y paliar casos concretos de absentismo. Hay grupos organizados según las casas mágicas de la saga, cartas, puntos, decoración, pero sobre todo pasión a raudales entre los chiquillos y su maestra por aprender. "Conseguimos que estén más motivados y que vengan más a clase", explica Simón.

Todo el proyecto del curso de quinto de Primaria del colegio de Xove se basa en Harry Potter. La idea es poner en marcha un sistema de juegos para hacer pasar por él casi todas las materias a impartir. La mecánica es sencilla, pero necesita de cierta explicación. En los libros, los magos y brujas que van a Hogwarts están divididos en cuatro casas. Son Gryffindor, Ravenclaw, Hufflepuff y Slytherin. De la misma forma se organizan en el centro de Jove, formando grupos de cuatro o de cinco alumnos que representan los colores de cada casa. Como en los libros, los alumnos del colegio Xove pueden ganar puntos de diferentes maneras. Una de ellas es los viernes. Cada semana van leyendo un capítulo y al final de la misma hay un pequeño test que les sirve para sumar puntos. Cada 20, ganan una carta mágica que les da ventajas para ellos mismos o para el equipo. "Suelen preferir conseguir ventajas para el grupo", destaca Puri Simón, que tutela todo.

La cosa no queda ahí. Las tareas de clase también están tamizadas por el proyecto de Harry Potter. De tal forma, que les sirven para conseguir puntos también. Puri Simón les da casi todas las clases menos inglés, educación física y asturiano. Los docentes que imparten estas materias también colaboran con el juego. "Al final, todo puede darles puntos a ellos y al resto del grupo", detalla Simón, que lleva el registro de todo. Esto no solo hace las clases mucho más divertidas. Al estar organizados por grupos, los alumnos se ayudan entre ellos y trabajan en equipo. Además, es mucho más divertido aprender matemáticas o lengua cuando la percepción que se tiene de estas asignaturas es que forman parte de un juego de carácter mágico.

Hay una tercera ventaja. Y es que para poder usar las cartas que ganan tienen obligatoriamente que ir a clase. Con lo cual, eso en un centro se dan casos concretos de absentismo es una forma de incentivar la asistencia. "Lo de las cartas es una forma de hacer que los niños que a veces no vienen tengan que hacerlo", insiste la profesora. No cabe duda de que los alumnos de la clase se lo pasan en grande. Lo cuenta Dana Parra, una joven de Ravenclaw que preferiría, por cierto, estar en Slytherin. "Me lo paso muy bien. Lo que más me gusta es ganar cartas y compartirlas con el equipo", comenta. Otro que disfruta muchísimo es Marcos Buján, que se leyó durante la pandemia todos los libros de Harry Potter del tirón. "Lo mejor es que trabajamos todos juntos en equipo. Respecto a los libros, podrían hacer alguno más", afirma.

Así se pasan los días en el colegio de Xove, un centro pequeño y coqueto y que, aunque data de finales del siglo XIX, poco tiene que ver con el imponente Hogwarts. Pero gracias a la imaginación, el trabajo y la dedicación de sus docentes, y una chispa de esa magia que todos podemos hacer sin necesidad de tener varita, logran que las clases sean una experiencia única y que, seguramente, estos alumnos recordarán para toda la vida. Y todo sin tener que lidiar con El-que-no-debe-ser-nombrado.

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