Entrevista | Isabel Menéndez Benavente Psicóloga, organiza un ciclo sobre salud mental

"Las autolesiones en adolescentes se han disparado después de la pandemia"

"A los mayores les cuesta mucho pedir ayuda, por eso muchos llegan a la clínica con cuadros de depresión que ya están cronificados"

Isabel Menéndez Benavente, en su clínica de la calle Asturias.

Isabel Menéndez Benavente, en su clínica de la calle Asturias. / Juan Plaza

El Ateneo Jovellanos inicia hoy un ciclo de ponencias sobre salud mental organizado por la psicóloga y colaboradora de LA NUEVA ESPAÑA Isabel Menéndez Benavente. La primera de las tres partes –el ciclo durará todo el año– estará dedicada a la salud mental de los adolescentes. Visitarán la Escuela de Comercio expertas como Elisa Seijo, responsable de la unidad infanto-juvenil el área de Psiquiatría del HUCA, y Teresa Bobes, experta en adicciones. Menéndez Benavente hará una introducción general esta tarde, a las 19.00 horas, en la Escuela de Comercio.

–El ciclo tendrá tres ejes para analizar la salud mental de los jóvenes, los mayores y los adultos. ¿Por qué?

–Queríamos empezar hablando de los adolescentes porque los profesionales estamos notando un aumento desproporcionado de pacientes de estas edades, un aumento mucho mayor respecto a otros grupos de edad. En la clínica en la que trabajo, aunque sea una muestra mínima, hemos visto que nuestros pacientes adolescentes han pasado de suponer un 30 o 40 por ciento de nuestros casos a suponer ahora como un 70 por ciento. Esto, en los dos últimos años. Es desproporcionado. Pero a la vez quisimos completa el ciclo hablando de la salud mental en la tercera edad, porque la gente mayor seguramente es el segundo grupo más vulnerable en este sentido y son personas que vienen de pasar una pandemia que los sumió en una soledad total y en la que han perdido a amigos y parientes. Sufrieron de manera bestial y quizás son a quienes más les cuesta pedir ayuda.

–¿Por cuestión generacional?

–Sí, en general recurren menos a psicólogos y psiquiatras. Suelen ser los hijos quienes los empujan a pedir ayuda. A ellos les cuesta mucho trabajo y eso hace que muchas veces, cuando llegan a la clínica, tienen cuadros de depresión ya casi cronificados, con años de recorrido. Por eso, teníamos que hablar de ellos aparte. Y después hablaremos también de la salud mental en adultos, más a nivel general, centrándonos en temas como los divorcios y los conflictos laborales.

–Problemas adaptativos.

–Sí, porque eso también ha ido a peor a raíz de la pandemia. Y no es que la pandemia haya sido la causa de todo esto, sino que ha sacado a relucir trastornos que estaban ahí soterrados, latentes y que se desbordaron. Es algo que ocurre ante una situación de estrés bestial como fue lo del covid-19. En el ciclo quisimos abarcar un poco todo este ámbito y, quizás, el único grupo que no va a tener tanta presencia serán los niños. Es que hoy se han quedado un poco aparte. Antes venían muchos niños a consulta por temas escolares, porque no rendían bien, por dislexias. Ahora, han pasado a un segundo lugar, porque a sus familias les preocupa más que un adolescente de trece años les diga que se quiere morir.

–Porque los niños no saben verbalizar eso así.

–Claro, se expresan con irritabilidad, con pesadillas, con dolores recurrentes de estómago y de cabeza... Nos llegan casos de niños que han pasado por todos los servicios médicos posibles y al final a lo mejor resulta que el problema es que el niño sufre acoso escolar. Hay mucho de eso ahora, y muchos trastornos alimentarios, en parte, porque a raíz de la pandemia muchos se quedaron muy enganchados a las redes. No sé, hoy en día ves a niños de once o doce años que te dicen que tienen barriga. Y piensas que cómo pueden pensar eso a esa edad, pero es que con las redes sociales, por muchos filtros que los padres pongan, acceden a contenidos peligrosos. En cualquier caso, en este ciclo hablaremos de la adolescente en un sentido muy amplio, como desde los once años, y hasta incluso los 19 o los 20, porque aún a esas edades muchos siguen viniendo a consulta por o con sus padres.

–¿Hay algún punto en común de los problemas de salud mental en los adolescentes?

–La absoluta y total paralización durante más de dos años de sus vidas, de lo que conlleva ser adolescente, que es salir, reírse, no tener miedo y no sentirse culpables. Debemos recordar que durante dos años les hemos dicho que podían matar a sus abuelos. Y, a partir de todo aquello, se desarrolla mucha ansiedad, trastornos depresivos, ataques de pánico. Y eso deriva después en la ideación suicida, que según los estudios ha aumentado hasta en un 56 por ciento. Las autolesiones también se han disparado y esto en concreto es algo que no había visto nunca. Quiero decir, claro que lo había visto, pero en casos ligados a trastornos mentales graves, como la psicosis o trastornos de personalidad. Y, ahora, las autolesiones se ven en niños, y sobre todo en niñas, aparentemente sanas, buenas estudiantes y de conducta perfecta. Y lo hacen porque tienen un nivel de estrés y de ansiedad tan grande que el provocarse un daño físico, creen, es la única manera de no pensar en su dolor emocional.

–¿Ese repunte de casos jóvenes en consulta podría deberse también a que su generación ha normalizado más pedir ayuda?

–Depende. Es verdad que los adolescentes piden más fácilmente ayuda y que ahora incluso se ha puesto un poco de moda, pero eso no quiere decir que hablen realmente con sus padres de lo que les pasa. Solo les dicen que necesitan ayuda, que quieren ir al psicólogo. Pero jamás les dicen que se autolesionan, por ejemplo, o que les están acosando en la escuela. Lo del acoso escolar es tremendo porque pasa un poco como con las mujeres maltratadas, que llegas a un punto en el que hasta llegas a creerte que eres merecedor de lo que te pasa. Porque eres demasiado tímido o sacas muy buenas notas o eres muy alto o muy gordo. Lo que sea. Acabas pensando que la culpa.

–Ahora que la salud mental empieza a formar parte del debate público, ¿son habituales los autodiagnósticos?

–Sí, es que eso se está notando mucho también en jóvenes. No sé, antes cuando te dejaba un chico pues llorabas veinte días y luego ya andabas por ahí, pero ahora son tragedias horrorosas. Eso también tiene que ver con la forma de educar que tenemos los adultos. Consentimos más a los jóvenes, pero no cubrimos la parte afectiva. Los padres trabajan mucho para comprarles un iPhone a sus hijos, pero luego no están presentes o no hablan con ellos lo que deberían hablar. De esto intentaremos hablar también en el ciclo, de la importancia de hablar y de la importancia de escuchar a los adolescentes. Y si el adolescente te quiere decir algo y tienes que dejar lo que estás haciendo dos minutos, lo haces y le escuchas, porque en un rato igual ya no te quiere hablar. Tenemos que escuchar a los jóvenes y, también, enseñarles a tolerar la frustración. Cuando se lo damos todo hecho, por comodidad o para evitar conflictos, no les estamos preparando para la vida real. En la vida real van a recibir muchos "no" y en casa también lo tienen que escuchar.

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