Entrevista | Marta Sanz Escritora, presentó en Gijón su última novela

"Quiero en cada libro una mirada diferente"

"Las nuevas tecnologías tienen un lado intrusivo y adictivo en el que se mezcla la vigilancia con la libertad"

Marta Sanz, en el paseo de Begoña.

Marta Sanz, en el paseo de Begoña. / JUAN PLAZA

Pablo Antuña

Pablo Antuña

Marta Sanz presentó ayer en la Semana Negra su nueva novela, titulada "Persianas metálicas bajan de golpe", un juego literario de ciencia ficción para retratar críticamente el presente.

–¿Cómo surge?

–De la experiencia del confinamiento, de todas las incertidumbres en ese periodo, del no saber lo que iba a pasar el día siguiente y que las persianas metálicas podían bajarse de golpe. Ver eso era inédito para una generación, como por ejemplo la mía, que soy de 1967, y que cuando se murió Franco tenía ocho años. Toda mi vida fue sentir el progreso. Pero con el confinamiento pusimos en duda esa idea de que todo iría hacia mejor

–¿Qué ofrece al lector?

–Es una distopía reconvertida en comedia musical, con mucho sentido del humor, para hablar de las grietas que estaba percibiendo en el presente, y que tenían que ver con la posibilidad del desmantelamiento de lo público, a todo tipo de amenazas derivadas del cambio climático y el maltrato ecológico, y la crisis económica.

–¿Cómo es la historia que construye?

–Busco construir la esperanza entre los lectores. No creo que se deba hacer eso solo con mensajes positivos, porque a veces pueden resultar muy frustrantes ya que no todos partimos de la misma base. Es una novela en la que a partir de la historia de tres mujeres, que son vigiladas por tres drones, se está contando cómo el adelgazamiento del lenguaje y la falta de concentración redunda en la pérdida de la memoria y la capacidad de pensamiento argumentativo y sentido crítico, así como en la posibilidad de ser empático y experimentar emociones. Mientras los drones evolucionan y se enamoran de esas mujeres, al mismo tiempo de que ellas desdibujan su identidad y están más entristecidas.

–¿Le asustan que los algoritmos y las nuevas tecnologías nos priven de la independencia?

–Soy absolutamente analógica. Tengo confianza en la evolución y las nuevas tecnologías. Tengo claro que en la medicina serán una gran revolución para bien, pero también creo que asumir esto de una manera acrítica sin asumir las oscuridades sería muy ingenuo. Las nuevas tecnologías tienen un lado intrusivo y adictivo en el que se mezcla la vigilancia con la libertad. Hay que reflexionar sobre todas esas cosas.

–¿Es su trabajo más futurista y fantasioso?

–Quiero ser versátil. A mí no me gusta repetirme ni convertirme en una marca. Hay fantasmas en mi escritura que se van repitiendo, como la obsesión por el cuerpo o cierta sensibilidad política. Pero procuro que desde el punto de vista formal cada libro responda a un reto o mirada diferente. He transitado de los géneros autobiográficos a la novela más social, pasando por la detectivesca, y ahora no creo que resulte tan extraño escribir una novela distópica y futurista. Cada libro necesita su lenguaje e imaginario. Y por eso necesitaba echar mano de este mundo de fantasía.

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