Entrevista | Luis García Montero Poeta y ensayista, presentó ayer su libro «Un año y tres meses»

"La Semana Negra forma parte de los recuerdos y de la vida asturiana"

"Tras una experiencia tan fuerte como fue la pérdida de mi mujer, Almudena Grandes, necesité escribir un libro, pero fue muy difícil"

Luis García Montero, ayer, en el recinto de la Semana Negra.

Luis García Montero, ayer, en el recinto de la Semana Negra. / DAVISCABO

El poeta y ensayista Luis García Montero (Granada, 1958) acaparó ayer los focos en la Semana Negra. Antes de su paso por la Carpa del Encuentro, para presentar "Un año y tres meses", su último libro, fueron muchos los que se acercaron al escritor para saludarle y hacerse fotos con él. Incluso, durante la entrevista con este periódico, se formó cola para saludar al director del Instituto Cervantes, que también participó en la velada poética que se realizó en la medianoche de ayer junto a Antón Reixa, Juan Vicente Piqueras, Rocío Acebal y Martín López Vega.

–¿Cómo define su último libro, "Un año y tres meses"?

–Es el libro que escribí con la enfermedad y la muerte de mi mujer (Almudena Grandes). Mi vocación es la poesía y, desde adolescente, la manera que tengo de preguntarme lo que me pasa y el sentido de la vida es a través de la poesía. En una experiencia tan fuerte, como fue la pérdida de Almudena, necesité escribir este libro. Fue muy difícil. Cuando la experiencia es muy dolorosa y muy cercana, resulta difícil pasar del yo más biográfico al yo literario. Pero bueno, lo he intentado y estoy contento porque se acerca mucha gente que ha vivido experiencias similares a decirme que la meditación sobre este libro les ha ayudado. Eso es más importante que cualquier premio literario.

–¿Desde qué lugares comenzó a tomar forma "Un año y tres meses"?

–En esta obra me basé en la realidad cotidiana para después darle un significado que trascendiera mi biografía. Está muy presente una casa, un dormitorio, un cuarto de baño o un pasillo de hospital. Todos vividos en distintas situaciones, según el paso de la enfermedad y la muerte. Porque un cuarto de baño puede significar un lugar en el que debes cuidar a alguien para que no se caiga porque está débil, o puede significar también la situación de entrar a ducharte tú y ya ver que en el perchero, en vez de que cuelguen dos toallas, que cuelgue solo una porque se ha producido la pérdida.

–Es protagonista de una velada poética de la Semana Negra. ¿Qué importancia tienen para usted estos actos?

–Muchísima. Este festival está mezclado con mis mejores recuerdos. La puso en marcha Paco Ignacio Taibo II en los años ochenta y yo empecé a venir a principios de los noventa, junto a mi amigo y maestro Ángel González. Aquí en la Semana Negra he podido compartir veladas con poetas mexicanos, como José Emilio Pacheco, Juan Bañuelos o Marco Antonio Campos. También con otras poetas de Latinoamérica, como la nicaragüense Gioconda Belli. Y cómo no, con muchos amigos y poetas españoles y asturianos como los que hoy me acompañan, Martín López Vega y Rocío Acebal. Incluso, he estado con cantantes como Miguel Ríos o Joaquín Sabina.

–Son más de veinte años los que lleva acudiendo a la Semana Negra. ¿Cómo prevé la recta final de la cita?

–Va a ser una fiesta de la poesía. Venimos a reivindicar la poesía, la literatura y la creatividad en libertad. Los autores tenemos que defender siempre la libertad y, más si cabe, cuando de pronto apunta una amenaza como la censura que se produjo hace poco en Getafe ante la representación de la obra de Lope de Vega "La villana de Getafe". Entonces, de este festival se puede hacer una convocatoria para la alegría y la libertad.

–Y para el mundo de la poesía, ¿qué papel juega una cita como la Semana Negra?

–Son especialmente importantes porque convocan siempre a mucha gente. Le dan valor al papel que la literatura y la poesía juegan en la sociedad, y al diálogo entre el público y los autores. Además, sirven para establecer lazos de amistad. Hay mucha gente que yo he conocido aquí y que ahora es amiga mía. Nos seguimos mutuamente y se crea una complicidad que a uno le ayuda a conocer lo que escriben los demás. Eso es fundamental, ya que la literatura, en ocasiones, es una práctica solitaria, un olé en soledad.

–¿Cómo valora que la Semana Negra haya triunfado una vez más?

–Es una tradición muy mezclada con la piel de Gijón y la piel de Asturias. Forma parte de los recuerdos y de la vida asturiana. A mí me da mucha alegría y mantengo el entusiasmo del principio porque, aunque uno está acostumbrado a acudir a fiestas populares, es especial que estas se relacionen con la literatura, las librerías, las presentaciones de libros o los recitales poéticos.

–Teniendo en cuenta sucesos recientes como el que usted menciona de Getafe, ¿qué futuro le augura a la Semana Negra?

–Es una fiesta muy asentada en la ciudad y yo confío, porque además Foro ya gobernó en Gijón y se siguió haciendo la Semana Negra. Siempre espero lo mejor de la gente y, por eso, no creo que nadie haga el disparate de poder interferir o ponerle problemas a un festival como el de la Semana Negra de Gijón.

–De todas sus vivencias aquí, ¿cuáles recuerda de forma especial?

–Recuerdo momentos especiales con mi mujer, Almudena Grandes, cuando ella presentaba aquí sus novelas. Son muchos momentos inolvidables. También con Ángel González y Paco Ignacio Taibo II, con quienes tuve conversaciones que se alargaban en la noche. Y otra gran experiencia fue el coloquio que hicimos a medias Joaquín Sabina y yo, con el que reivindicamos la poesía y su papel en la sociedad.

–Mirando al futuro. ¿Tiene algún proyecto en mente?

–No, la verdad es que no, porque ha sido muy radical la escritura de "Un año y tres meses" y tengo que dejar reposar para tener nuevas cosas que decir y que no sean volver a la melancolía de la pérdida. Este verano comenzaré a trabajar en una versión de "Las troyanas", que me lo ha pedido José Carlos Plaza para el Festival de Teatro Clásico de Mérida del año que viene.

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