El mantenimiento y "aclarar los usos", retos para relanzar la Universidad Laboral

Los antiguos alumnos piden recuperar los frescos de Enrique Segura y atraer a más jóvenes en favor de "un modélico centro de estudios"

Pablo Antuña

Pablo Antuña

Con un tono reivindicativo, pero reflexivo, para construir un futuro sin nuevos contratiempos para la Universidad Laboral. La Escuela de Comercio celebró ayer un coloquio, organizado por la Asociación de Antiguos Alumnos de la Universidad Laboral en colaboración con el Ateneo Jovellanos, para conmemorar el 75.º aniversario del inicio de la construcción de este inmueble emblemático de Asturias. "No entiendo por qué razón no hubo en su día relevancia de este hecho, que iniciaba la mayor obra civil del siglo XX", comentó Manuel Nevares, presidente del colectivo.

Desde la asociación recalcaron que "este edificio está muy vivo y funcionando", desmontaron algunos mitos en torno al mismo ("hay quien piensa que está cayendo y para nada es así"), e insistieron en la necesidad de que se trabaje en su mantenimiento. "Se hicieron numerosas inversiones, que pueden acercarse a los 100 millones, algunas desacertadas, pero todo lo que se haga por su mantenimiento está bien", puntualizó Nevares, que también hizo hincapié en recuperar de forma permanente la exposición que se hizo sobre la memoria de este edificio en 2015, así como la recuperación de los frescos de Enrique Segura. "Es un verdadero atentado que se hayan ocultado del escenario, lucharemos por ello", subrayó.

Tras la exposición inicial de los antiguos alumnos, llegó el turno para la visión desde los expertos. El historiador y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA Héctor Blanco defendió que "la clave que le dio futuro a la Laboral fue su evolución". Recordó sobre su construcción que se hizo "de forma alegal": "No tuvo licencia de obras, porque no se solicitó, ni tuvieron fiscalización de la obra, ni rendir cuentas". Y apuntó dos ideas para continuar con la evolución: "Demandamos una residencia para Gijón, pero tenemos el colegio menor de la Laboral cerrado. Y debe tener un espacio propio para contar su historia y características, que nos permita comprender el edificio".

Diego Cabezudo, arquitecto, ensalzó la figura de Luis Moya, que dirigió la obra del edificio: "Me contó en una visita guiada que quería que los edificios tuviesen algo más, que tenían que satisfacer una serie de necesidades emocionales o psicológicas. Y Luis Moya aprovechó las tecnologías y avances de la época". Además, analizó el coste de la obra: "Siempre se dijo que había costado muchísimo, pero no fue así. Hay varias referencias del coste, la más cara de 742 millones de pesetas. Unas 1.000 pesetas de aquella serían ahora unas 62.000, esos 742 millones supondrían entonces unos 46.000 millones de pesetas, que en euros serían 278 millones. Es un edificio que con poco mantenimiento se ha mantenido en un gran estado. Así que es muy barato y bueno".

Eloy Méndez, redactor jefe de LA NUEVA ESPAÑA, realizó un análisis sobre las "carencias" del espacio: "Las administraciones no tienen muy claro qué hacer, es cierto que resucitan la Laboral a principios de siglo, pero a partir de ahí se llenan los espacios sin un plan". Para el futuro reclamó que exista dialogo entre el Ayuntamiento y el Principado, así como entre los distintos colectivos y entidades que tienen en el edificio su sede. Y enfatizó la importancia de hacer un plan de usos, de cuidar en entorno y de darle otro impulso a la candidatura a Patrimonio Mundial.

El periodista Carlos Prieto incidió que "es un bien patrimonio de todos, que fue abandonado en los ochenta, pero recuperado por una administración socialista que le dio un giro 2001". Cerró el coloquio Vilulfo Díaz, primer rector seglar. "La Universidad Laboral ya es patrimonio, siempre fue y lo seguirá siendo, otra cosa es que figure en un papelín", comentó, antes de transmitir un recuerdo: "Contamos con un magnífico teatro, José Carreras vino a cantar y dijo que este espacio contaba con la mejor sonoridad que nunca había visto. Luego en el teatro ya fueron poco a poco infiltrándose aires de la cultura pop". Y se mojó sobre futuros usos, que "hay que aclarar": "Nada de hoteles de tantas estrellas, ni de alquilar espacios. Lo más realista sería llenar de jóvenes esas instalaciones, para crear un modélico centro de estudios y enseñanzas". Para terminar, se presentó un libro de Rafael Morán sobre el coloso gijonés.

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