La cetárea de la cofradía precisa 40.000 euros de inversión medioambiental

Los pescadores señalan que carecen de esos recursos y esperan que los asuma el Principado

M. C.

La cetárea que gestiona la Cofradía de Pescadores Virgen de la Soledad en El Musel, en el edificio de la lonja, requerirá de la instalación de dos filtros para depurar el agua de entrada y de salida a los viveros, obra que le han presupuestado a la cofradía gijonesa en 40.000 euros. Esta sociedad de pescadores, asociación sin ánimo de lucro, apunta que carece de recursos para acometer esa inversión y esperan que la asuma el Principado, propietario de las instalaciones que ellos gestionan mediante una concesión demanial.

El coste definitivo de las obras, en el caso de que las asuma el Principado, estaría pendiente de concretar dado que al tratarse de una administración pública la adjudicación de los trabajos tendría que pasar por un proceso previo de petición de ofertas, para adjudicar la obra al mejor postor.

La instalación de filtros forma parte de las medidas previstas en el proyecto de mejora ambiental que ha tenido que encargar la Cofradía tras el requerimiento en ese sentido por parte del Principado. La cetárea entró en servicio en 2004, después de que el Principado obligara a los armadores de bajura gijoneses a agruparse en esas instalaciones, en vez de tener cada uno cetáreas en locales separados.

La cetárea que gestiona la cofradía de pescadores gijonesa consta de 28 departamentos para guardar el marisco capturado en el mar, de los que sólo una parte están operativos en la actualidad. Cinco de ellos pertenecen a embarcaciones de bajura y más de media docena a pescaderías gijonesas. Si los 28 estuvieran ocupados, el volumen de agua que sumarían es de 82,41 metros cúbicos. El sistema actual que se usa para mantener vivo al marisco es la captación y aporte directo de agua del Muelle de Rendiello y su vertido al mismo mediante rebose.

El proyecto contempla instalar dos equipos de filtrado, uno tras la captación del agua del mar y otro previo al vertido al mar, así como un desbaste que evite la salida de cualquier sólido. Los filtros tendrán un mínimo de 350 kilos de arena cada uno y mejorarán tanto la calidad del agua que entra como la de la que sale.