Entrevista | Carmen Moreno Llaneza Gerente de la Unión de Comerciantes del Principado de Asturias

"Con el no al Mundial el Ayuntamiento arriesga, pero tiene razón, Gijón tiene otros retos"

"Es ahora el Gobierno de España quien plantea el modelo de renta social, ya contactamos con el Ministerio para ofrecerles nuestro conocimiento"

Carmen Moreno, bajo los soportales de la calle Marqués de San Esteban, ayer por la mañana.

Carmen Moreno, bajo los soportales de la calle Marqués de San Esteban, ayer por la mañana. / Ángel González

Casi cuarenta años lleva Carmen Moreno poniéndole voz y cara a las quejas y las iniciativas del pequeño comercio. A la gerente de la Unión de Comerciantes del Principado de Asturias nunca le faltan proyectos que poner en marcha. Ahora tiene varios.

–Acaban de llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento para minimizar el impacto de las obras en las calles sobre las ventas de los comercios. ¿Cómo es la fórmula de ese milagro?

–No hay milagro es aportar el punto de vista del comercio. El acuerdo con el Ayuntamiento parte de que cuando esté elaborado el proyecto y haya un plano, nosotros podamos opinar sobre cosas tan simples, o complicadas, como dónde se coloca la zona de carga y descarga, los contenedores, los árboles... Elementos que pueden ser muy bonitos para la imagen de la calle, pero complicados para el desarrollo de la actividad comercial. No vamos a planificar las obras según las necesidades del comercio, no es eso. Pero tener información por adelantado nos sirve a nosotros para saber que comercios van a estar afectados y cuando y a esas empresas para tomar decisiones sobre, por ejemplo, el calendario de vacaciones o el volumen de compras de la temporada... Es anticiparse al problema para darle una solución. Ya lo hicimos en otro momento y funcionó.

–Pero luego llega el día a día de la obra.

–Y tiene que haber un contacto entre la Unión de Comerciantes y el encargado de la obra. Una vía de comunicación para que sepan, por ejemplo, que los viernes a las tres de la tarde cuando se termine la obra no se puede dejar un montón de grava delante de un comercio.

–¿Las constructoras lo aceptan?

–Al principio lo ven como una injerencia, como un elemento extraño, ¿Qué hace un pato entre los leones? Pues este pato te va a facilitar la vida, porque somos un elemento de colaboración que evita conflictos y que la obra se convierta en una guerra, como se han convertido algunas. Y una cosa que tenemos muy clara: en Navidad, las obras en las calles comerciales se paran. Se paran desde antes del puente de la Constitución y se retiran la maquinaria y los materiales. Eso está muy claro y tenemos que ponerlo en los pliegos para que las empresas lo tengan en cuenta.

–Plazos. No se conoce obra donde se cumplan.

–Es difícil. No solo hay obras que se paralizan como dijo el concejal (por Jesús Martínez Salvador) porque sea barato pagar la multa y cogen obra en otro sitio; la mayoría es porque cuando se abrió el agujero se encontró mucha más obra de la prevista o más complicada. Incidencias nos pasan a todos y hay que contar con ellas, pero si previamente está ordenada la incidencia es menor que si llueve sobre mojado, como en Pablo Iglesias.

–¿Qué opciones hay para compensar a los negocios por las pérdidas por obras?

–Es muy difícil. Una obra mal ejecutada o que se retrasa puede bajar las ventas hasta un 80%. No hay dinero público disponible para compensar todo esto. La otra opción es actuar sobre los impuestos, pero la capacidad de los ayuntamientos es muy limitada. Te queda el IBI y la viñeta. Yo hice el cálculo una vez para un comerciante y le salían 12 euros al año en un local con un IBI de 200. Y lo que hablaba el concejal de que las penalizaciones que se pongan a las empresas vayan a un fondo y ese fondo se transforme en una convocatoria de ayudas a los negocios afectados requiere mucho estudio. Por un lado, las cantidades que recauda un ayuntamiento no son finalistas y por otro hay que cumplir las condiciones de la normativa de subvenciones. No digo que sea imposible, pero requiere de un recorrido; por eso yo creo que es más seguro prevenir que curar.

–Este mismo lunes se presenta un programa comercial para turistas. ¿Hay que ir a por ese cliente?

–Este es un programa que hemos trabajado con Turismo y que moviliza a 80 comercios que han certificado su compromiso con los objetivos de desarrollo sostenible. Estos comercios estarán en una web y una app donde el turista va a poder conocerlos por grupo de actividad. El turista no viene a Gijón, ni a Asturias, a comprar, pero ninguno se marcha sin comprar y cuando compran descubren que tenemos comercios únicos. de gran calidad y con un servicio extremo.

–Entendiendo que es un ir a mayores porque el cliente importante sigue siendo el vecino.

–El nuestro es un comercio de proximidad y su primer cliente es la persona que vive cerca. Que vive o tiene su trabajo o hace negocios allí. También está ese visitante asiduo que viene de manera regular y se transforma en cliente habitual. En Oviedo se da con personas que van a consultas médicas y en Gijón con quienes tienen una relación continuada con el Puerto o el Parque Tecnológico. El turista es un añadido muy interesante que, por ejemplo, ya nos sirve para salvar el verano.

–¿Cómo va el proceso de digitalización del comercio?

–El programa nació en octubre de 2020 y hay 700 comercios acompañados con un consultor y que tienen su hoja de ruta y unos 2.000 formados. Ahora vamos a entrar en una fase muy interesante que tiene que ver con lo que los informáticos llaman ingeniería de datos y yo aprovechamiento económico del dato. Por las tiendas pasan cientos de miles de datos sobre cómo es y que quiere el cliente de un comercio individual y de todos los comercios. Esos datos, trabajados con toda la legalidad del mundo, le va permitir al comercio presentar la oferta que su cliente quiere. Vas a ofrecer lo que el cliente te quiere comprar no lo que tú quieres vender, que es diferente. Entre una cosa y otra está la ruina.

–Ahora mismo hay dos proyectos de bonos sobre la mesa. Los del Principado que siguen el anterior modelo de Gijón y los que se negocian en la concertación local siguiendo a Zaragoza. ¿Cuál es la diferencia?

–El Principado va a extender a toda Asturias el sistema de bonos que salió de la pandemia y que ya se experimentó en Gijón con los problemas de gestión que pudo haber, de gestión que no de concepto. Pagas un bono de 20 que a la hora de comprar vale 30 porque la diferencia es el dinero público. Esto implica una operación. Solo entras una vez en la tienda. Lo que ahora estamos viendo en la concertación es un programa de fidelización de la clientela a más largo plazo donde cada vez que compro un porcentaje de esa compra se convierte en un saldo que voy acumulando para gastar en otras compras. En el caso de los bonos por cada euro de dinero público hay tres en el mercado y con el programa de fidelización son seis.

–¿Se acabó el concepto de renta social?

–Bueno, habrá que revisarlo porque es ahora el gobierno de España quien dice que las ayudas sociales a ciertas familias se harán con una tarjeta monedero para compras. Y el ministro Bustinduy ya anunció que el año que viene sería gestionado por las comunidades autónomas. Nosotros lo que hemos hechos ha sido contactar con el ministerio para ofrecerles el conocimiento que tenemos de la renta social. Yo cuando escuché al ministro decir que se optaba por este sistema porque no estigmatizaba la pobreza sentí una satisfacción tremenda porque ese fue nuestro argumento en la anterior legislatura reunión tras reunión y una profunda tristeza al recordar como responsables municipales dijeron que la Unión de Comerciantes mercantilizaba la pobreza.

–¿Qué tiene que decir el comercio del plan de Naval Gijón?

–Es una gran oportunidad para la ciudad en todos los sentidos y queremos que se nos haga partícipes en los planes de desarrollo para poder opinar sobre qué tipo de oferta comercial se necesita. O no. Nos tenemos que acostumbrar a que no tiene que haber tiendas en todos los sitios, solo donde haya gente dispuesta a comprar. Lo que tenemos claro es que el Naval no es un espacio para un centro comercial o una gran superficie.

–¿Hay que diseñar esa operación pensando en todo El Natahoyo?

–La actuación de Naval va a permitir una redefinición de la ciudad desde el solarón, incluyéndolo, y la zona del plan de vías hasta llegar, por lo menos, hasta la calle del Cortijo. Tenemos que ser capaces de definir un modelo propio que encaje con El Natahoyo. Los vecinos y la historia de El_Natahoyo se merecen una definición propia. Es un barrio que tiene mucha personalidad pues hagamos un modelo propio y no nos quedemos copiando el modelo de un barrio danés o neozelandés.

–¿Ha hecho bien el Ayuntamiento al decir no al Mundial de Fútbol?

–Sí, la postura del Ayuntamiento es arriesgada porque se expone a críticas no racionales, pero es muy racional y fundamentada y cuando tienen razón hay que dársela. Esta ciudad tiene ahora mismo grandes retos que necesitan de mucha inversión pública: Naval, Parque Tecnológico, el plan de vías, la Zalia... Proyectos que tienen que pasar de las fotos en 3D a ver maquinaria en la calle y plazos concretos y que necesitan de ese dinero. En el tema del Mundial los números no salen. Ahora si el club viene y pone un tercio, y el Principado pone el otro tercio... pero abordar esto sin una carta de financiación. En un momento en el que el dinero público no abunda este es un coste que una ciudad no tiene por qué asumir.

–¿Por qué no salen los números?

–Estamos hablando de un evento de cuatro partidos. Si se llenaran serían 160.000 personas. Unas 162.000 si calculamos que otras dos mil personas puedan venir con los equipos. El coste público son 200 millones, 150 para la reforma del estadio y 50 para el contrato con la FIFA, así que para empatar cada uno que vaya al fútbol tiene que gastar 1.250 euros. Incluidos los gijoneses que vayan en bus y con bocadillo.

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