El instituto gijonés que se fue de excursión al cementerio para reflexionar sobre la muerte

Alumnos del Padre Feijoo dan una clase de Filosofía entre las tumbas de Jove para reflexionar sobre la muerte y el duelo: «Cambia la forma de verlo»

Pablo Antuña

Pablo Antuña

La primera reacción fue de sorpresa y de respeto. Incluso de desconfianza. Algunos hasta dudaron de la iniciativa y se echaron atrás. Pero los que vivieron la experiencia se fueron con una idea clara. «Ha sido muy productiva, nos ha hecho ver la muerte de una manera diferente». La reflexión es de Sergi Mori, un joven de 18 años de La Calzada, estudiante del Instituto Feijoo, que ayer participó en una actividad impulsada por la profesora de Filosofía Mirella Hernández, bautizada como «Hablar de la muerte para celebrar la vida», en la que 40 alumnos de Segundo de Bachillerato visitaron el tanatorio y el cementerio de Jove.

«Aunque lo veamos muy lejos, esta visita nos enseña la realidad, que la muerte es una cosa que puede pasar y para la que nunca estás preparado. Está muy bien que nos acerquen a ello en clase». Lucía Rodríguez, también de 18 años, vivió una mañana intensa junto a sus compañeros. Fueron unos 40 de los 60 que integran los tres cursos de Segundo de Bachillerato los que acudieron. Algunos, por algo de miedo o respeto, incluso por la negativa familia, no participaron en una actividad que tenía un fin claro: «Hay que hablar de la muerte para ser más conscientes de la vida, la filosofía y el pensamiento nace de eso, de que somos los únicos seres conscientes de la vida finita». Así lo transmitió la profesora Mirella Hernández, natural de Benavente (Zamora), que ya hecho esta actividad en otros centros, y que este año se ha estrenado en el IES Feijoo.

Víctor Guerra, experto en la materia, fue quien actuó de guía durante la visita, para explicarles a los adolescentes «la cantidad de datos que nos puede dar un cementerio». Enumeró que se puede conocer el índice de mortalidad. «Años atrás lo normal era morirse con 63 años y ahora se alcanzan tranquilamente los 80 o 90», indicó. También se refirió a que se pueden «valorar la estéticas y modas de la muerte», o conocer las «familias potentes» de cada territorio.

Los alumnos, tras escuchar las explicaciones, depositaron cada uno un clavel, que repartieron entre nichos y tumbas. «Venía con mucho respeto, me daba casi pánico entrar en un cementerio, pero aquí estoy, aunque lo paso muy mal con estas cosas porque me afectan mucho», apuntó Estela García. «A mí aún no se me ha muerto ningún familiar directo, pero con gente conocida es algo que afecta mucho, nunca hubiera pensado que estaríamos aquí de excursión», indicó a su lado Estela López.

La experiencia también sirve a alumnos y profesores para debatir la importancia de si el tema de la muerte y el dolor se afronta lo suficiente en los colegios. «Creo que haría falta abordarlo más», recalcó Mori. «Ya lo hacemos también en clases de Filosofía. No todo es Platón», le contestó la profesora Mirella Hernández. «Ha sido muy productiva la charla que hemos tenido en el tanatorio con una psicóloga, que nos ha dado por ejemplo consejos sobre qué decir y cómo afronta el momento en este espacio cuando una persona se muere», recalcaron Estela García y Estela López.

Suscríbete para seguir leyendo