Entrevista | Pablo Fidalgo Laredo Poeta residente en Gijón, publica "Vivir sin nada"
"Nada recoge mejor la evolución de la vida que la experiencia de la lengua"
"Todos los poemas son rodeos, cortejos; solo hay que bailar bien para no cansar ni pisar a quien está contigo"
"Vivir sin nada" es un poemario donde la brevedad no está exenta de contundencia. Su autor, Pablo Fidalgo Lareo, (Vigo, 1984), que reside en Gijón, pasa por el filtro de la vida, para dejarla desnuda y en estado propio carnal, cuando las palabras van perdiendo sus elocuentes disfraces. En el prólogo el poeta asturiano Martín López Vega argumenta sobre la obra del poeta, artista visual y director de escena que "su poesía es una poesía contaminada por otros géneros, sí, pero nunca se vuelva paráfrasis de un ensayo, resumen de un relato ni mero recuento vital. Su verbo imagina, buscando así lo que se oculta a quien mira sin más".
–¿La poesía es despejarse de todo hasta quedarse desnudo?
–Supongo que más que al poeta o al personaje de los poemas, la poesía es intentar desnudar el lenguaje y las palabras. Las palabras saben de nosotros lo que nosotros ignoramos de ellas, decía Char. Nos desprendemos porque el mundo nos hace desprendernos. En momentos de la escritura o de la vida nos quedamos solos, locos, alucinados, adictos, sin defensas. Y entonces solo la lengua puede salvarnos.
–Su poesía tiene un punto de lanza, en ocasiones, en lo anecdótico, ¿la anécdota puede ser un arranque siempre que se escriba una historia consistente?
–Yo creo que el libro, si cuenta alguna historia, es la de ese sujeto dispuesto a deshacerse (deshacer sus certezas) y a perderlo todo. En definitiva, a vivir sin nada. Supongo que eso viene de la lectura de algunos místicos y de la poesía oriental. Si eso es anecdótico o no supongo que lo decidirá cada lector.
–Habla en el prólogo Martín López Vega de necesidad vital, en su caso, para abordar la poesía, ¿Es ese factor uno de los mayores arraigos que puede tener un poema?
–El prólogo de Martín es un intento de situar mi escritura y es muy generoso. A estas alturas del partido ya dudo sobre esa idea de la necesidad vital. No hay nada que recoja mejor la evolución de la vida que la experiencia de la lengua. Yo empecé haciendo una poesía mucho más narrativa y creo ahora mi lengua quizá está más rota pero más viva. No necesito contarme ni ajustar cuentas, solo jugar.
–"Vivir sin nada" esta lleno de pequeños poemas muy directos, ¿muestran la imposible o posible en la vida ante la realidad?
–En el libro hay mucho de la poesía italiana, tanto en lengua italiana como de la poesía dialectal. También tiene mucho de la poesía árabe y de la poesía popular española. El libro intenta construir una geografía y una tradición propia que va de Sohrab Sepheri a Nino Pedretti, de Adonis a Isabel Escudero. Creo que todos los poemas son rodeos, cortejos. Solo que hay que saber bailar bien para no cansar ni pisar a quien está contigo.
–Dada su amplia implicación con el teatro, ¿caminamos a un género híbrdo entre poesía y la escena teatral?
–Para mí la poesía está en un lugar de absoluta introspección o interioridad, y es cosa para andar en lo oculto, como decía Valente citando a Jose Martí. Aunque también el teatro puede serlo, por supuesto. Uno carga durante mucho tiempo fantasmas y muertos, y un día decide no cargarlos más. Entonces aparece el libro.
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