Entrevista | Víctor Sampedro Escritor del libro "Voces del 11M", que presenta hoy en la Escuela de Comercio

"El efecto del bulo del 11M es criminalizar al adversario político como terrorista"

"Se acusó a policías de manipular pruebas y las víctimas no han podido poner placas contra los verdugos"

VICTOR SAMPEDRO.

VICTOR SAMPEDRO. / ANGEL GONZALEZ

Pablo Antuña

Pablo Antuña

Víctor Sampedro Blanco (Viveiro, Lugo, 1966), licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra y doctor por la Complutense de Madrid, estará esta tarde en Gijón a las 19.00 horas en la Escuela de Comercio para presentar su libro "Voces del 11M. Víctimas de la mentira", en un acto organizado por la Sociedad Cultural Gijonesa. Sampedro habla sobre los motivos que le llevaron a escribir este libro y analiza el impacto de aquel atentado en 2004 en Madrid.

–¿Por qué considera necesario sacar este libro por el vigésimo aniversario de los atentados del 11M?

–Por dos motivos fundamentales. Primero, porque han pasado 20 años de lo que se puede considerar el peor bulo de la historia reciente de España, e incluso en términos comparativos porque se trata de una mentira sobre el peor atentado que se ha cometido sobre suelo europeo. Y, segundo, porque los efectos de ese bulo están más presentes que nunca al haberse normalizado, la mentira y el ataque contra el adversario político criminalizándolo bajo la acusación de terrorista o golpista.

–¿Existe un relato objetivo de lo que sucedió?

–Es lo que he intentado, reuniendo ocho testimonios, de tres víctimas, otros tantos periodistas y dos policías, que difieren en extracción social e ideología. Todos ellos convergen en un relato unitario de qué fue lo que ocurrió y cuáles fueron las mentiras. Es un relato convergente, cuyo valor reside en el altísimo precio que pagaron cada uno de ellos.

–¿Cuál fue?

–En el caso de los policías vieron truncadas sus carreras profesionales y tener que hacer frente a a procesos judiciales contra los conspiranoicos. Y en las víctimas un proceso de revictimización, derivado del cuestionamiento de los verdugos de sus víctimas, de modo que esta gente no ha podido en 20 años colocar una lápida o placa que denuncie a los verdugos. Y también el periodismo conspiranoico ha ejercido una especie de macabra e insidiosa autopsia, desenterrando teorías completamente descartadas. Hasta el punto de que acusaron a policías de manipular pruebas, como cuenta la primera mujer de Rodolfo Ruiz, que era jefe de Policía de Vallecas; o Juan Jesús Sánchez Manzano, entonces comisario jefe de los Tedax.

–Los ingresos de los derechos de autor de esta obra los destinará a la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo.

–Es una asociación que representaba la práctica totalidad de las 1.800 familias víctimas y la totalidad de 192 familias con muertes. No recibieron ninguna ayuda de la Comunidad de Madrid. En los primeros ocho años tuvieron que soportar la sombra de una asociación fantasma, llamada Asociación de ayuda a las víctimas del terrorismo. O que no pudieran celebrar ni siquiera un funeral laico, con la máxima representación de autoridades del estado.

–¿Qué historias resalta de aquellos momentos?

–La primera la de Pilar Manjón, que siendo como fue la representante de todo el movimiento cívico, ha acabado tan machada y destrozada, por todo el acaso sufrido, que se arrepiente de aquella intervención en el Congreso, cuando decía a aquellos políticos conspiranoicos que de que se reían, y que vio incluso cuestionada la maternidad y paternidad de su hijo. Hasta también le retiraron la escolta con el gobierno de Rajoy con el argumento de que ETA ya no mataba, cuando ella no fue una víctima de ETA. También el relato de Aitziber Berrueta, hija de Ángel Berrueta, que era el panadero que asesinaron en Pamplona el 13 de marzo por negarse a condenar a la banda terrorista por poner un cartel en su establecimiento, y fue víctima de un crimen de odio, fruto de una instrumentalización de las víctimas, que generó mucho dolor. Y el último testimonio, el de Rodolfo Ruiz, comisario de Vallecas, que cumpliendo su función recibió todo tipo de vejaciones, hasta el punto de que su mujer tuvo que suicidarse porque no aguantaba tanta presión.

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