La cultura llora a José Antonio Samaniego, el "sabio humilde" que retrató el arte local

"Era un referente", señalan creadores y galeristas sobre el docente, crítico de LA NUEVA ESPAÑA y exdirector del Mata Jove, fallecido a los 85 años

El funeral se celebrará este miércoles en la iglesia de La Asunción a las 17.00 horas

José Antonio Samaniego, en una imagen de archivo de 2019.

José Antonio Samaniego, en una imagen de archivo de 2019. / Juan Plaza

El mundo del arte y la cultura llora a uno de sus mayores "referentes" de la prensa escrita: José Antonio Samaniego, historiador y crítico de arte de LA NUEVA ESPAÑA, fallecido ayer a los 85 años de edad. Aunque nacido en el pueblo de Madrigal (Ávila) en 1938, este asturiano de adopción se trasladó a Colombres por el trabajo de farmacéutico de su padre y desarrolló casi toda su carrera profesional en Gijón. El docente jubilado fue, de hecho, director del IES Mata Jove durante dos décadas, su otra gran vocación profesional junto al arte. Considerado como un "sabio humilde" de la creación artística regional, el experto deja a su esposa, Piana Lampón, y a sus tres hijos: Laura, Beatriz y Borja. Será despedido mañana, miércoles, en la iglesia parroquial de La Asunción, a las 17.00 horas.

Samaniego, de muy niño, no fue a la escuela. Una mujer, doña Pepita, le enseñó a leer y un hombre, don Eduardo, a hacer cuentas simples. Con esas nociones básicas superó, no obstante, el examen de ingreso en el Colegio de los Salesianos de Santander, donde quedó interno y donde empezó a echar de menos su vida de aldea. "No había máquinas de nada, pero la vida pasaba dulcemente", recordaba él de aquellos años.

Comenzó a ejercer en la enseñanza pública en 1972 y se jubiló en 2004 con la sensación de haber sido testigo del cambio de una era. Decía que los estudiantes eran "como máquinas de lijar" que generan una "presión continua" a la que el docente debe saber adaptarse. Y a Samaniego le sorprendían cambios que de tan progresivos fueron casi invisibles hasta pasado el tiempo. Advirtió, en estas épocas modernas, la falta de paciencia –él se recordaba ahorrando dos meses para poder ir a una fiesta y sentía que las nuevas generaciones no valoraban el dinero en la misma medida– y una dependencia de las nuevas tecnologías que siempre le pareció peligrosa. Su balance, no obstante, era positivo: dejó a su última promoción de alumnos con mucha más libertad de la que vivió él como estudiante. Su diagnóstico lo dijo en este periódico: "Hemos educado a los niños diciéndoles que todas sus apetencias han de ser satisfechas sin darnos cuenta de que éstas no tienen límite".

El profesor siempre encontró respuestas en la fe. Su contacto con los salesianos y la figura de San Juan Bosco fueron fundamentales en la vida de Samaniego, que decía que de los versos de San Juan de la Cruz se pueden hallar "más emociones que en una borrachera". Por eso, y aunque militó durante años en el PSOE, el exdocente era contrario al aborto y a la eutanasia. Con una amplia formación académica, cursó primero su carrera de perito industrial y después, tras cursar Filosofía y Letras, eligió la por entonces nueva especialidad de arte. De ahí su colaboración durante años como crítico de LA NUEVA ESPAÑA y su aún vigente figura como referente de la cultura regional. "Sin duda es una gran pérdida para el mundo de la cultura en Asturias. Ama el arte con una gran pasión", se lamenta una apenada Aurora Vigil-Escalera, que recuerda aún las visitas de Samaniego como profesor con sus alumnos. "Les hacía amar el arte en todas sus manifestaciones", asegura. "Empezó a escribir en un momento en el que ni los creadores ni las galerías teníamos mucho espacio en medios. Y lo hizo por vocación", agradece la también galerista Gema Llamazares.

Samaniego estuvo detrás de una de las primeras exposiciones del hoy bien conocido Edgar Plans, que cree que la crítica que hizo después el historiador fue la primera reseña de su obra que salió en prensa. "Era el referente para todo lo que tuviera que ver con el arte en Gijón. No había nada como sus críticas en LA NUEVA ESPAÑA porque, más allá de ser crítico, sabía de historia del arte. Sus textos me parecieron siempre más entretenidos porque iba más allá de lo estético", le agradece el artista. El también pintor Pelayo Ortega añade: "Hizo una labor muy importante para documentar la actividad artística de Asturias. Por su formación, le interesaba especialmente el arte sacro, pero muy culta en todos los estilos". El también pintor Carlos Roces, que además fue compañero de las clásicas tertulias de los viernes en las que Samaniego participaba junto a un nutrido y variado grupo de amigos, lo define como "un sabio humilde". Y lo razona: "Sabía muchísimo de muchísimas cosas y sabía explicarlas, pero lo hacía siempre sin presunciones. Siempre fue un hombre genial".

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