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La mujer misteriosa del Apocalipsis

La Virgen de Begoña como referente de estas fiestas

Entre tanto toro matado y arrastrado en el coso del Bibio; comedia cabaretera en el Jovellanos; fugaces fuegos coloreados; ruidos que simulan música en los rincones más públicos del Gijón del alma y un sinfín de actividades lúdicas -algunas de las cuales merecen la atención de pocos, excepto los juegos infantiles de Begoña, en donde se citan abuelos, padres, hijos, especialmente los más pequeños que deambulan de columpio en columpio y de juego, ilusionados y felices- es posible que se olvide por qué nació y para qué la llamada Semana Grande, especialmente en estos oscuros tiempos en los que el pensamiento único del laicismo negativo quiere cercenar como sea el sentido de la fiesta principal de Gijón.

Este sentido de la Fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, que no Ascensión, está prefigurado en el gran libro, tan mal interpretado como poco leído, del Apocalipsis, atribuido con razón a San Juan Evangelista, que poco tiene que ver con las connotaciones tremendistas y terribles que algunos hermeneutas posmodernos y nihilistas intentan en vano darle. En el centro del libro sagrado está situada la figura de la Mujer Misteriosa vestida de sol, con la luna a sus pies y coronada su cabeza virginal y maternal con doce estrella, que vence al dragón infernal, Satanás, que intenta devorar al Hijo de la Mujer y declara la guerra de exterminio a todo lo santo, bueno, bello y verdadero. Esta mujer es la Santísima Virgen a quien el Papa Pío XII, tan grande como calumniado, declaró como Verdad solemne de Fe revelada y creída, que por su Asunción está glorificada en el Cielo en toda su realidad personal, cuerpo y alma (espíritu y materia) con lo que esa falsedad platónica del cuerpo es cárcel del alma, que con tanto ardor vociferan los enemigos de la Iglesia católica, tiene poco sentido. Nuestros antepasados desde que unos marineros vascos edificaron una humilde ermita en honor de Nuestra Señora de Begoña en lo que eran los arrabales del Gijón, siempre la honraron con este título. El templo de los Carmelitas del Paseo de Begoña es visitado por muchos gijoneses con sencillez y confianza.

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