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Crear conciencia contra la violencia machista

No basta con endurecer penas ni maquillar la legislación

El 25 de Noviembre fue designado día internacional de la no violencia contra las mujeres en el primer encuentro feminista celebrado en Colombia en 1998. En este día internacional no podemos dejar de prestar atención a un problema tan grave para las mujeres como es el de la violencia machista y más aún si tenemos en cuenta el incremento de las cifras que elevan a casi 90 el número de víctimas durante el año 2015 como consecuencia de esta lacra criminal que nos sacude.

Se constata cada vez más que la ley actualmente en vigor contra las agresiones sexistas no es suficiente para resolver uno de los problemas más graves de nuestra sociedad.

Es cierto que endurece las penas a los agresores, pero sitúa la violencia contra las mujeres en el mismo plano que la violencia contra los grupos de riesgo como niños y ancianos, a pesar de que estos últimos casos de agresiones constituyen conductas individualizadas, contempladas en la legislación vigente y no un problema social exclusivo como es la violencia contra las mujeres.

Las viejas concepciones han logrado evitar que este grave problema fuese situado dentro de una problemática mucho más amplia enraizada en el modelo de sociedad existente y que tiene mucho que ver con la situación de supeditación histórica de las mujeres frente a los hombres.

Por un lado, el hecho de que frente al endurecimiento de las penas a la aplicación de estos supuestos delitos y al incremento de medidas de protección se contemple también una actuación anti sexista, sobre la enseñanza y sobre la publicidad, supone profundizar en la cuestión y comenzar a aceptar que no basta con aplicar la ley y castigar a los agresores, si lo que se quiere realmente son avances significativos. Avances en el sentido de resolver esta situación, y no solo hacer declaraciones cada veinticinco de noviembre que sirvan para lavar la imagen de los políticos ante el incremento escandaloso de las agresiones y crímenes contra todas las víctimas del machismo criminal, sino que es necesario hacer una profunda transformación también de la mentalidad de la sociedad que ha de extenderse a todas las esferas de la vida social, combatiendo cualquier tipo de expresión y conducta sexista.

Todo esto supondría, como es lógico, implantar una cultura basada en la más completa igualdad y respeto entre los sexos, la cual debe partir desde la primera infancia, que ha de tener su continuidad en todas las etapas de la enseñanza. Hasta conseguir de nuestros niños y adolescentes unos hombres y mujeres que sean capaces de verse y respetarse dentro de los parámetros de igualdad que hoy deben establecerse, en una sociedad que tiene que avanzar hacia el progreso, haciendo todo lo posible para que sucesos trágicos como los que vemos todos los días en los medios de comunicación no se sigan produciendo. Ni tampoco los innumerables dramas anónimos encerrados en las estrechas paredes de la vida de muchas mujeres, por ser ellas el sexo oprimido en una sociedad sexista desigualitaria y patriarcal. La contundente respuesta ciudadana en Madrid el pasado siete de Noviembre nos marca el camino.

Hay que seguir sensibilizando a toda la sociedad sobre las consecuencias de la violencia machista, que día tras otro salta a la opinión pública con la trágica noticia de una nueva agresión, un nuevo asesinato, o un nuevo caso de acoso sexual o moral en el trabajo.

En definitiva, no basta solo con endurecer las penas a los agresores como si de conductas aisladas se tratara. Y no basta con maquillar la legislación. Lo que tenemos ante nuestros ojos es un problema social enraizado mayoritariamente, en mi opinión, en el propio modelo de relaciones económicas y sociales, y los cambios para acabar con él tienen que ser profundos y a todos los niveles, para que la plena igualdad tantas veces dicha de la mujer, su acceso al trabajo social, el derecho al divorcio, etc., puedan corresponderse con una verdadera emancipación económica, social y de libertad.

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