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Talla política, por favor

La nueva situación tras el resultado de las urnas requiere altura de miras

A la vista de las primeras reacciones de los partidos y sus líderes tras las elecciones generales del 20 de diciembre, da la impresión de que éstos no se han enterado de que la situación política de España en nada se parece a la de antes. Siguen la máxima de la prepotencia, del esgrimir liderazgos intratables, de multiplicar las voces opinantes o de proponer ocurrencias de ocasión.

Ya es hora de que se vayan enterando de que hay que tener talla política para afrontar la nueva situación. Que ya no se trata del impongo, u ordeno y mando, sino que es necesario negociar, ceder, asumir, forjar futuro, y anteponer los intereses nacionales a los de partido. Una modalidad tal vez nueva, y por ello compleja por lo que tiene de renuncia propia y asunción de postulados ajenos. Pero da la sensación de que no están en condiciones de admitir, ni son capaces de replantearse una conducta clara con deportividad política.

No podemos entrar ahora en la casuística de por qué unos partitos han cosechado más escaños que otros. Es agua pasada. El presente es otro, las condiciones son diferentes y la necesidad de pacto, de la cesión y el entendimiento se tienen que imponer.

Estamos escuchando demasiadas insensateces propias de aficionados a la política. Demasiadas temeridades consustanciales con pioneros de la negociación. Si, al final todo se encauza de modo razonable, el nuevo parlamento se va a constituir como una escuela de aprendizaje político. Va a ser complicado encajar la experiencia con la visoñez. Porque el talante y el talento deben ir unidos hacia un bien general. Los partidos están fraguados desde las bases, a través de programas y encaminados a implantar sus criterios. Eso ahora se acabó en parte. Ahora son necesarias planteamientos diferentes, hay que buscar el bien del país, de España, sin que se nos llene la boda de palabras nacionales ni nacionalistas.

Ese miedo a España amordaza muchas intenciones y destruye muchos postulados que podrían ser nobles, pero que se quedan en noveles. Se nota una falta de voces únicas que lleven a cabo las negociaciones. En un afán por figurar, por fastidiar o por querer pescar en río revuelto algunos miembros de partidos no dejan de provocar y dar opiniones que deben corresponder a los líderes. La ropa sucia se lava en casa. Habría que volver a poner de moda la famosa frase real: "¡Por qué no te callas!" Pues si ya es compleja la relaciones entre partidos en momentos así, si encima se multiplican las voces dentro de las propias formaciones se genera una resonancia ininteligible que desvirtúa la claridad necesaria para llegar a soluciones útiles.

Estos próximos días tienen que ser de aprendizaje para las personas implicadas en la formación de futuro gobierno, en exceso acostumbradas a imponer criterios sostenidos por un fuerte respaldo electoral. Durante este tiempo tendrán de comprender que el territorio ideológico está fragmentado, y que hay que aunar posturas para crear una común que contente a una mayoría, que resulte ser estable, válida para el gobierno del país y razonablemente duradera.

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