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Presidente de la Comisión regional de inmigración del PP de Asturias

Antes de que sea tarde

La situación de Venezuela, un ejemplo de lo que puede ocurrir en España si accede al poder un partido populista

"Me pedían que abriera los ojos, que Chávez estaba aprovechando el desánimo generalizado que imperaba en aquel momento para vendernos la panacea que el pueblo necesitaba, y no quise ver que era puro populismo, un caramelo envenenado que poco a poco asfixiaría a mi gente. Nos decían que terminaríamos como en Cuba y no quisimos creerlo y cuando lo creímos era tarde, demasiado tarde". Ottavio, ingeniero venezolano, recordaba como su país dejó de oler a dulce parchita y alegría caribeña que brotaba por doquier, para tornarse gris, supurando miseria hasta apestar. No pudimos seguir conversando, de nuevo las voces de "Somos Siero" (Podemos en Siero) volvieron a sobrecogernos. Estábamos acompañando a Leopoldo López (padre), en un salón de la Casa Consistorial de Siero, después de un pequeño acto de solidaridad dedicado a su hijo y otros "presos de opinión" enterrados en vida en las cárceles venezolanas. Fue desgarrador, delante de nosotros un padre fatigado, hundido y fuera el grito brutal "ojalá maten a tu hijo".

En el barrio barcelonés de Grácia, una orden judicial dictamina que un grupo de okupas desalojen una propiedad privada para que su propietario pueda ejercer el derecho a recuperar su inmueble. Derecho a la propiedad privada que escuece a un movimiento antisistema que encontró allí el escenario idóneo para romper, aplastar y odiar todo lo que huela a sistema. Odio es la palabra tatuada en las falanges de la mano izquierda del concejal de la CUP Josep Garganté, que acudió a la reyerta en compañía de otros concejales y disputados de esta formación independentista.

"Fuera golpistas de la Universidad" gritaron una veintena de estudiantes en la Universidad de Salamanca con la intención de impedir, una vez más, el derecho a la palabra, el derecho a la libertad como parte esencial de la vida, el derecho de Leopoldo López Gil a rogar al mundo que alguien le ayude a sacar a su hijo del agujero en el que le han metido, hace ya dos años, por manifestar en las calles de Caracas que en Venezuela se vulneran sistemáticamente los derechos humanos. El primero de ellos, el más fundamental, el derecho a la vida, porque cada veinte minutos es asesinado un venezolano.

Dos chicas ataviadas con la camiseta de la Selección y protegidas con un balón de fútbol son brutalmente agredidas por cinco independentistas en Barcelona. Su único delito, único pero suficiente para que la CUP exhiba su hediondo cómplice silencio, estar bajo un toldo informando, a quien le pudiera interesar, donde pueden verse los partidos de España en la Eurocopa 2016. Los mismos que apelan a la libertad de expresión cuando se les afea una manifestación radical de independentismo o cuando se amagó, tan efímeramente, con impedir el acceso a un estadio con esteladas, son los que callaron vilmente ante el apaleamiento de estas dos mujeres.

Todos los grupos municipales en Siero apoyaron la liberación de los presos políticos en Venezuela, todos menos Podemos e Izquierda Unida. Todas las fuerzas con representación parlamentaria respaldaron en la Junta General del Principado la libertad para Leopoldo López, todas menos Podemos e Izquierda Unida. Un reflejo exacto de lo ocurrido en el Congreso de los diputados (ERC y Bildu-HB también dijeron NO a la libertad en este foro) y en el Parlamento Europeo.

Izquierda Unida y Podemos son ahora "Unidos Podemos". Y unidos pueden, junto con la CUP y otras formaciones anticonstitucionales, convertirse el próximo 26 de junio en el primer gobierno populista comunista y separatista de la historia. Un cóctel desalentador de falso bolivarianismo y radicalismo independentista.

Es el mismo perro y ahora con el mismo collar, el antisistema con derecho a defender su derecho y derecho a pisar el tuyo; y el populismo hipócrita que se disfraza de socialdemocracia para prendar a un pueblo que le promete miel para luego darle mierda. Basta contemplar de lo dicho a lo hecho en Grecia y de la abundancia al abismo en Venezuela.

Mis compañeros venezolanos de la Comisión Regional de Inmigración no eran pobres en Venezuela, ni iletrados, ni malos ciudadanos. Ottavio era ingeniero, Mari Carmen abogada, Elías beisbolista profesional, Socorro gerente de banca internacional. Amaban y aman a Venezuela tanto como millones de españoles amamos España. Pero el populismo les escupió fuera. Fuera de su tierra, de su cultura, de su gente. Porque en su tierra ya no hay alimentos ni medicinas, a su cultura le arrancaron los valores con los que nacieron y crecieron, y su gente se ha convertido en colas eternas de muertos vivientes aturdidos por la desesperanza. Desesperanza que les pasma hasta llegar a confundir quién está más muerto, el que espera ocho horas para conseguir una harina "pan" o el que oyó el "pun" del disparo por robarle un par de zapatos.

A ellos les dijeron que iban por el camino de Cuba y no lo creyeron, y cuando lo creyeron era tarde, demasiado tarde. Han venido de Venezuela para poder vivir en libertad, sin delincuencia, sin miseria ni mentiras. El padre de Leopoldo no está sólo cuando nos grita "no dejen que les roben la democracia", mis cuatro compañeros también nos advierten, y miles como ellos repartidos por toda España dan fe que esto es un remake de lo que vivieron allí. Por favor, escuchemos su clamor antes de que sea tarde, demasiado tarde.

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