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Salto de cámara

La Filmoteca de Asturias y los purgatorios culturales

Ser una comunidad autónoma uniprovincial, discreta y poco ruidosa en el escenario identitario nacional puede desembocar a ratos en la impresión de que aquí hay mucho equipamiento redundante; efecto que se da con más frecuencia si éste es cultural. ¿Es necesaria una filmoteca para Asturias si ya existe una nacional de referencia, integrada en redes internacionales y embarcada en múltiples proyectos de conservación del patrimonio cinematográfico español? Curiosamente, cada vez que nuestro gobierno autonómico barrunta cambios con una entidad o servicio cultural, surge alguna voz preguntándose si éste no es, en realidad, prescindible. Mal recurrente de la cultura; pero hay más.

La noticia de partida ha sido la del cese del director de la Filmoteca de Asturias, Juan Bonifacio Lorenzo, con el runrún de fondo -alimentado por las sospechas en voz alta del propio cesado- del posible traslado de los fondos de la entidad, hasta ahora en Oviedo, a La Laboral. Desde el gobierno regional ya se han apresurado a desmentirlo categóricamente, para tranquilidad de la Administración local ovetense y del propio Lorenzo. Habrá cambios, han dicho sin concretar más, pero seguirán en Oviedo.

Comprendo perfectamente el celo con el que se trata de retener en cada ciudad lo que se ha visto crecer en ella y se considera parte indisoluble de su identidad. A las ciudades se las mutila un poquito cuando se les escapan estas cosas. Pero como gijonesa me han dolido -y como asturiana he encontrado extemporáneas- algunas reflexiones al respecto. Considerar Gijón periferia y La Laboral como un espacio ajeno a las dinámicas culturales de referencia nacional, es para mandar a hacer la reválida a los autores de estas consideraciones. Vamos a atribuirlo a un exceso de fervor local.

La Laboral dignifica todo aquello que acoge. Por razones históricas y porque hemos andado torpes y lentos, está todavía por demostrar todo su potencial. Otras ciudades europeas con más dineros y visión, la tendrían convertida ya en el corazón y emblema de su vida cultural y social. Nosotros estamos en ello; a ver si se nos arregla. En cuanto al concepto de periferia, el mundo en red ha hecho que sea, más que una circunstancia territorial, un estado mental. Ojo con ello.

El hecho cierto es que se avecinan cambios en la Filmoteca de Asturias, aunque no sabemos de qué índole, y la verdad es que se agradecería mucho una información completa al respecto porque, de lo contrario, surge la duda sobre si realmente la Administración autonómica tiene claro lo que quiere hacer o se lo está pensando, cosa siempre peligrosa. A veces la falta de transparencia es sinónimo de ausencia de planificación.

En realidad, técnicamente nuestra filmoteca no existe desde 2011, año en el que la consejería de Cultura derogó su marco normativo y suprimió su partida presupuestaria, aunque paradójicamente siguió pagando el salario de su director. Son esas tierras de nadie que a veces surgen en el territorio de lo público. Pero Lorenzo siguió empecinado y entregado a su tarea, buscando apoyos y dineros para continuar con la labor de documentación, restauración y difusión.

Por tanto, ha ocurrido en la Filmoteca de Asturias lo que con cierta frecuencia pasa en equipamientos culturales de nuestro país: andan tan exiguos de recursos que es el empeño personalísimo de sus responsables el que los mantiene a flote. Prácticamente entregan su vida y eso no suele ser nunca justamente reconocido públicamente, al contrario, en ocasiones se les da la patada de forma bochornosa para poner en su lugar a un incompetente trilingüe. Al mismo tiempo, el que se va no puede evitar considerar que el proyecto es casi como un hijo propio y cree honestamente que nadie lo entenderá ni amará como él, lo cual le hace cometer el error de sentirse imprescindible.

Todo esto puede estar ocurriendo en el caso de la Filmoteca de Asturias, una entidad que es sin ser, en una especie de purgatorio que no se merece ni ella, ni el sector, ni la ciudadanía porque, sí, claro que es necesario que nuestra región cuente con su propia filmoteca que se preocupe de identificar, documentar, restaurar, poner en valor dentro y fuera de Asturias nuestra cinematografía, con capacidad de interlocución y acción con sus homólogas.

Nunca se gobierna a gusto de todos pero qué de agradecer sería que se informara con detalle de las intenciones con respecto a nuestros equipamientos culturales, se actuara con delicadeza con quienes los han hecho crecer con entrega casi paternal y, de paso, se evitaran debates estériles y catetos acerca de las periferias.

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