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La alegría de la familia

La falsa imagen de mala salud de la tradicional institución

La familia tradicional parece, falsamente, que no goza de buena salud, según el documento que un político del PP presentó hace unos días para afrontar el más grave problema que afecta a la España actual: la baja natalidad, que puede poner en riesgo no sólo las pensiones, sino a la misma sociedad española en un futuro no muy lejano, porque sin familias en donde nazcan la vida no hay futuro. Ciertas ideologías atacan la familia en su misma raíz y proponen como alternativas formas de uniones que sólo son la antítesis más radical a la familia en sus fines fundamentales como comunión de vida y amor. El Papa Francisco siente una gran predilección y preocupación por la familia, fuertemente atacada y criticada tanto por ideologías capitalistas como socialistas. Como remedio ha escrito una magnífica exhortación apostólica Amoris Laetitia, que lleva camino de convertirse junto con la encíclica Laudato, Sí (en defensa del medio ambiente) en dos documentos pontificios de referencia para poner un freno a tantos males como afectan a la familia y al entorno medioambiental sometido a un desarrollismo salvaje.

El Papa hace una clara apuesta para que las familias cristianas valoren los dones del matrimonio y de la familia basados en el amor fuerte y lleno de virtudes de generosidad y entrega consciente. Por eso escribe el Papa Francisco: "nadie puede pensar que debilitar la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio es algo que pueda favorecer a la sociedad. Ocurre todo lo contrario, porque atacar a la familia, perjudica la maduración de las personas, el cultivo de los valores comunitarios y el desarrollo ético de los pueblos y de las ciudades. Ya no se advierte con claridad que sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una función social plena, por ser un compromiso estable y para hacer posible la fecundidad. Continúa el Papa negando todas las falsedades que le hacen decir lo que nunca ha dicho, sino todo lo contrario: " Debemos de reconocer la gran variedad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad pero las uniones de hecho o entre personas del misma sexo, por ejemplo, no pueden equipararse sin más al matrimonio.. Ninguna unión precaria o cerrada a la comunicación de la vida nos asegura el futuro de la sociedad.

Para el Papa es legítimo y justo rechazar viejas y nuevas formas de familia basadas en el autoritarismo e incluso en la violencia, pero estas realidades desgraciadas no pueden suponer ni llevar al desprecio del matrimonio, sino al redescubrimiento de su verdadero sentido y su renovación.

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